Con 37 años, Yoendris Lastre, acababa de terminar sus estudios en psicopedagogía, cuando un amigo le habló sobre el nivel de vida de Uruguay.
Para este cubano que soñaba con viajar y conocer mundo, lo que escuchaba de aquel país desconocido para él le parecía interesante y, aprovechando que su hermana tenía Internet, un lujo en la isla caribeña, recabó información para conocer más.
Un día, un compañero le comentó que había logrado contactarse con un grupo de cubanos que le ofrecían la posibilidad de viajar a Uruguay para dar clases en la Universidad de la República, una idea que inmediatamente le sedujo. Yoendris se presentó ante ellos y le dijeron que debería invertir 5.000 dólares por el pasaje hacia Montevideo, y que lo colocarían como profesor en la principal Universidad del país.
No lo dudó ni un segundo, sacó una visa de turista para viajar a Uruguay e invirtió todos sus ahorros. Se le daba una gran oportunidad, pensó él...
Sin embargo, todo fue una estafa.
En noviembre de 2017, Yoendris aterrizó al aeropuerto de Carrasco, donde se suponía lo esperaría una de las personas que integraban la organización a la que le había entregado casi todo su dinero.
Pasó el tiempo y, tras cinco horas esperando, nadie llegó.
Una mujer que viajaba desde Estados Unidos y que había tenido un problema con su equipaje, vio al hombre aturdido y se ofreció a ayudarlo. Le prestó su celular para que pudiera contactar a quienes debían recogerlo, pero tras intentar realizar la llamada al número que le habían dado, supo que el teléfono no existía.
Con US$ 400 en el bolsillo y en un lugar desconocido,el cubano se desesperó. La señora se ofreció a ayudarlo, pero dudaba, "Con lo que me ha pasado no puedo confiar en nadie", pensó, pero finalmente y por pura necesidad, aceptó.
La mujer lo ayudó a encontrar una pensión, donde pudo alojarse una noche.
Yoendris pagó con el dinero que le quedaba, pero como mas tarde recordaba, la encargada del local lo estafó (otra vez) y quiso cobrarle dos veces por una noche de alojamiento.
Quiso hacer la denuncia en la Policía, pero como no tenía recibo del primer pago no tenía forma de probar que una vez más había sido engañado.
Sin dinero, pasó dos noches durmiendo en la calle, hasta que la encargada de la Casa Cultural Uruguay-Cuba le prestó dinero para pagar un mes de pensión. En ese tiempo encontró un trabajo como guardia de seguridad, lo que le permite poder seguir en Uruguay.
Yoendris, aún habiendo vivido toda esta odisea, dijo que valora el apoyo que recibió de parte de los uruguayos.
"Me siento afortunado por este viaje. Viajar a Uruguay ha sido muy gratificante por la solidaridad de este pueblo, más allá de los problemas que he tenido", confesó.