La pasión por los espumantes italianos crece cada vez más en todo el mundo, especialmente entre los jóvenes. Restaurantes, vinotecas y hoteles, no solo en Italia sino en los cinco continentes eligen los espumantes "made in Italy", que parecen no tener rivales.
Al menos así lo muestran los números: en 8 de cada 10 ocasiones se bebe Prosecco, en sus diversos tipos. Y el "método italiano" se lleva la parte del león, con el 99,5%, si bien el precio reconocido al espumante de la Península todavía es inferior al del champagne. En 2018 se consumieron 494, 9 millones de botellas de espumante italiano en 124 países, según datos del Observatorio Económico de Vinos Efervescentes Espumantes Italianos (OVSE).
El 99,5% del total, precisó el director del organismo, Giampietro Comolli, está representado por las burbujas de "método italiano", y de este porcentaje, el 80% se inclina por el Prosecco. Sin embargo, las listas de los vinos espumosos hechos en Italia no tienen un precio tan alto como el de un precio histórico en comparación con las marcas extranjeras: el valor medio de la botella para el exterior es de 3,95 euros.
Para todas las botellas exportadas, el valor inicial de la bodega es de 1.400 millones de euros y sobre el mercado mundial, genera una facturación equivalente a 4.850 millones de euros. "Las burbujas salvan a toda la exportación del vino italiano sobre la cual urge una reflexión estratégica y política, a parte de las excepciones de las marcas líderes", subrayó Comolli.
Si bien el valor de origen y de facturación de los vinos espumantes franceses es más del doble, incluso con dos tercios de la producción italiana, "la brecha está reduciéndose sobre todo como valor de consumo.
En el consumo directo, para operadores similares, los precios no van más allá del doble, si bien se habla de una botella de Prosecco frente a una de Champagne. En los últimos diez años se recuperó el 505 de la brecha entre ambos competidores y el Prosecco es la "locomotora" e incluso los "vagones".
El mercado inglés es el principal destino del espumante italiano con la mejor relación valor sobre volúmenes: sobre 200 millones de botellas de espumantes consumidas en 2018, más de 124 millones son italianas, 113 de ellas de Prosecco. Alemania es el primer país consumidor en el mundo de vinos espumantes: alrededor de 1.700 millones de botellas.
En Rusia, donde el embargo salva al vino italiano, la Península ha comenzado a crecer y llegó al consumo de 22 millones de botellas. También en Francia, tierra del champagne, registra un récord: más de 11 millones de botellas consumidas, entre ellas, unas cuantas de los espumantes italianos Franciacorta y Carizze.
En Canadá, respecto de otros países que tradicionalmente consumen espumantes, se registra una caída de los volúmenes.
El 99,5% del total, precisó el director del organismo, Giampietro Comolli, está representado por las burbujas de "método italiano", y de este porcentaje, el 80% se inclina por el Prosecco. Sin embargo, las listas de los vinos espumosos hechos en Italia no tienen un precio tan alto como el de un precio histórico en comparación con las marcas extranjeras: el valor medio de la botella para el exterior es de 3,95 euros.
Para todas las botellas exportadas, el valor inicial de la bodega es de 1.400 millones de euros y sobre el mercado mundial, genera una facturación equivalente a 4.850 millones de euros. "Las burbujas salvan a toda la exportación del vino italiano sobre la cual urge una reflexión estratégica y política, a parte de las excepciones de las marcas líderes", subrayó Comolli.
Si bien el valor de origen y de facturación de los vinos espumantes franceses es más del doble, incluso con dos tercios de la producción italiana, "la brecha está reduciéndose sobre todo como valor de consumo.
En el consumo directo, para operadores similares, los precios no van más allá del doble, si bien se habla de una botella de Prosecco frente a una de Champagne. En los últimos diez años se recuperó el 505 de la brecha entre ambos competidores y el Prosecco es la "locomotora" e incluso los "vagones".
El mercado inglés es el principal destino del espumante italiano con la mejor relación valor sobre volúmenes: sobre 200 millones de botellas de espumantes consumidas en 2018, más de 124 millones son italianas, 113 de ellas de Prosecco. Alemania es el primer país consumidor en el mundo de vinos espumantes: alrededor de 1.700 millones de botellas.
En Rusia, donde el embargo salva al vino italiano, la Península ha comenzado a crecer y llegó al consumo de 22 millones de botellas. También en Francia, tierra del champagne, registra un récord: más de 11 millones de botellas consumidas, entre ellas, unas cuantas de los espumantes italianos Franciacorta y Carizze.
En Canadá, respecto de otros países que tradicionalmente consumen espumantes, se registra una caída de los volúmenes.