POR ESTEBAN VALENTI
En pocos meses tendremos un nuevo gobierno y todos, pero todos, todos, mirando hacia la Argentina y sus alrededores, nos interrogamos sobre que quedará del nuestros presente y pasado reciente y cuál es la previsión meteorológica, en particular sobre los vientos.
En anteriores cambios de mando figuraron las mismas preguntas. En el año 2005 los precios de los comodities (soja, maíz, trigo, leche, carne, etc.) soplaron fuerte a nuestro favor, ahora estamos lejos de aquellos valores record. Además se agregaron la cascada de impuestos al agro en Argentina que impulsaron una migración de estancieros y empresas hacia nuestro país. A todo eso, más los intereses internacionales bajos se le llamó el viento de cola.
Como todas las cosas, los vientos en los veleros, en los barriletes o en los países se pueden aprovechar o te pueden ilusionar y hundirte. En los primeros cinco años se aprovecharon muy bien. Los números cantan y fuerte.
Pero además los gobiernos anteriores, entre muchas herencias, nos dejaron una herencia bendita, cuatro grandes proyectos que fueron pilares del primer gobierno del FA: las dos papeleras, BOTNIA y ENCE, el nuevo aeropuerto que construiría un privado en lugar del horrendo galpón que teníamos antes y, la renovación del puerto de Montevideo, con la terminal de contenedores. Hubo costos, piquetes, etc, pero sin esos cuatro pilares el gobierno del FA no hubiera sido el mismo, ni el país no hubiera avanzado como lo hizo. Las cosas hay que reconocerlas y tratar de ser justos.
El gobierno de José Mujica le dejó al actual gobierno de Vázquez una lista interminable de proyectos faraónicos y fracasados y una situación del Estado y la inseguridad muy negativa.
Este gobierno le deja al de Lacalle Pou tres pilares de fundamental importancia, UPM 2 en el corazón del país y el Ferrocarril Central que unirá en serio el centro del país con el puerto y el viaducto que hace posible la conexión con el puerto agilitando toda la operativa para los camiones.
Que a muchos nos queda la duda de que el contrato con UPM se podría haber negociado mejor, es cierto, pero que estos proyectos en marcha son hoy un aporte fundamental para el avance del país, tampoco tengo dudas.
Por lo tanto la situación regional, la mirada de muchos posibles inversores en el confiable y "terso" Uruguay, si son bien aprovechadas, son sin duda la condición para un viento de cola nada menos que en una clave para el crecimiento, el empleo y el desarrollo nacional: las inversiones. Esperemos del próximo gobierno, menos llantos y mucha acción. Lo peor que nos podría pasar es que se queden en la largada. Tampoco la situación económica del país es de parálisis, el tercer trimestre ya marcó un repunte con un crecimiento del 0.9% en relación a un año atrás. Si se compara con nuestros vecinos, estamos mucho mejor.
En cuanto a la herencia, conoceremos los balances políticos y gubernamentales, haremos los nuestros, los de los ciudadanos, los periodistas, los profesionales y podremos juzgar con precisión, pero además de esos tres elementos (UPM 2, Ferrocarril Central y Viaducto portuario) que son sin duda elementos virtuosos, harán falta en sectores claves de la infraestructura y a nivel productivo construir nuevos y audaces pilares. En la campaña escuchamos muy poco sobre este tema. Solo recortando gastos no se construye prosperidad y avance. También serán fuertes aportes, las inversiones en nuevas tecnologías de los gigantes de Internet como Google.
Los pilares no tienen por qué ser físicos, pueden ser en la política energética y su aporte al Uruguay productivo urbano y rural, en la educación, en la seguridad, en la inteligencia empresarial asociada del Estado con los privados, en la promoción y apoyo a las Pymes y, naturalmente en la justicia social y en el combate contra la brecha social y habitacional. Ya con el texto de la Ley de Urgente Consideración tendremos un panorama más completo para opinar, incluso antes de la Ley quinquenal del presupuesto nacional.
Veremos otro aspecto fundamental: el papel de las empresas y bancos del Estado, propiedad de todos los uruguayos y no de sus funcionarios y si hay una capacidad demostrada y reconfirmada de competir con empresas privadas y mejorar sus servicios y sus resultados.
Escuchando el discurso del ministro de economía del nuevo gobierno Argentino y conociendo la situación por otras fuentes no oficiales, se llega a aquilatar el nivel del desastre, más allá y más hondo de las grandes cifras. Es una radiografía del fracaso total y absoluto de la política económica y social de Mauricio Macri y su socio el Fondo Monetario Internacional. De ambos. Y no tiene justificación alguna en el robo y la inmoralidad de los gobiernos "K".
Ahora que se terminaron las elecciones nacionales en nuestro país, sería bueno que se afilara el lápiz sobre las verdaderas cifras del déficit fiscal, descontando los cincuentones (que comenzarán a cobrar sus jubilaciones en cinco años...) y otros "detallecitos" como incluir en el cálculo del déficit la consolidación de todo el sector estatal, incluyendo el sector financiero (es decir básicamente el Banco Central). Y saber ¿qué otros países en el mundo utilizan ese método para calcular sus resultados fiscales? ¿Habrá cambios en el futuro en cuanto a la metodología para hacer esos cálculos?
Sobre los 900 millones de ahorro prometidos por el futuro gobierno, me gustaría analizarlos en un cuadro de los resultados fiscales más completo y preciso y no que cada jerarca de la nueva administración lance al viento nuevas cifras a su antojo. Precisión y fineza es lo que reclamamos.
La principal herencia bendita, que no son gestos graciosos, ni buena voluntad, sino fortaleza institucional, es el funcionamiento más pleno de la democracia y de las libertades. Todos los vaticinios de los partidos tradicionales sobre los negros peligros que se cernían en esta materia si gobernaba el Frente Amplio fueron solo eso, vaticinios agoreros. El Uruguay está completando un ciclo completo desde la salida de la dictadura, donde gobernaron los tres grandes partidos y a 35 años de la reconquista de la democracia estamos mejor que antes. Y la nobleza debería obligar a todos a reconocerlo. La transición más allá de chisporroteos menores, es un ejemplo claro y fuerte.
Seremos los ciudadanos con una prensa y periodistas que esperemos sean tan incisivos como lo fueron en estos últimos años, podremos juzgar los méritos o los errores del gobierno, la influencia y el aprovechamiento del viento de cola y el valor de la herencia bendita. Esa será la responsabilidad ciudadana de siempre.