La Santa Sede decidió aplicar mano dura con aquellos empleados que eviten la inmunización contra el Covid-19, en la medida en que no hacerlo es un riesgo para la salud pública.
De hecho, hoy trascendió que el Vaticano tomará medidas contra los empleados que opten por no vacunarse contra el Covid-19, algo que es voluntario y por eso, un decreto del presidente de la Pontificia Comisión del Estado de la Ciudad del Vaticano, el cardenal Giuseppe Bertello, prevé algunas consecuencias.
Se trata de una decisión que remite a una norma preexistente, de 2011, que habla de efectos que alcanzan "hasta la interrupción de la relación de trabajo".
Fuentes del Vaticano aseguraron, además, que la medida tiene una perspectiva punitiva, sino apunta a proteger la salud.
Aunque si se habla textualmente de riesgo de despidos (con la quizás apresurada referencia a la ley de 2011) se podría encontrar una fórmula más suave.
Lo cierto es que las disposiciones son válidas para quienes desempeñen "funciones de servicio público, relaciones con terceros o riesgosas para la seguridad de la comunidad trabajadora ", se especificó desde el Vaticano.
En ese sentido, también se explicó que la remisión a las normas de 2011, que establecen "consecuencias" para aquellos que se niegan (en ese caso, eran chequeos médicos, en el decreto de hoy se agregan las vacunas), es "un instrumento que en ningún caso tiene carácter sancionador o punitivo, sino que pretende permitir una respuesta flexible y proporcionada al equilibrio entre la protección de la salud de la comunidad y la libertad de elección individuo sin poner en práctica ninguna forma de represión contra el trabajador".
Se trata de una disposición general que dicta reglas de amplio alcance en el caso de pandemias.
La Santa Sede inmediatamente puso a disposición las vacunas contra el Covid-19 no sólo para los residentes sino también para todos empleados y familiares inscritos en el Fas, el fondo de salud del pequeño estado.
Una organización impecable que llevará al Vaticano a alcanzar, en unas pocas semanas, tal vez la primacía de ser el primer estado en completar el plan de vacunación (aunque eso también tendrá que ver con la poca población).
Pero las disposiciones muy difundidas en la actualidad también podrían ubicarlo como el estado más duro con quienes opten no vacunarse, incluso si eso se hace en nombre de salvaguardar y garantizar la salud y el bienestar de los comunidad de trabajo, ciudadanos y residentes del estado de la Ciudad del Vaticano.
Y aquellos que no puedan vacunarse por razones de salud corren el riesgo de ser empleados en tareas diferentes, al menos mientras la pandemia continúe, que puede ser incluso "inferiores", aunque manteniendo el salario.
El decreto del cardenal Bertello subraya en la introducción que "se considera el someterse a la vacunación la toma de una decisión responsable, dado que el rechazo de la vacuna puede suponer un riesgo para los demás y que tal negativa podría aumentar seriamente los riesgos para la salud pública".