POR MARÍA ZACCO
"Re Granchio" (El rey cangrejo), una atípica reinterpretación del western que une las tradiciones orales italianas y de Tierra del Fuego, es el primer film de ficción de los documentalistas Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, que se exhibe en la Competencia Internacional del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, Argentina.
A fines del siglo XIX, un sacerdote observa cómo se desplaza un cangrejo en el suelo pantanoso de Tierra del Fuego, ya que el crustáceo debe guiarlo hacia un tesoro escondido por el capitán de un barco, uno de los tantos de los expedicionarios del siglo XVI que se hundieron en el punto más austral de América Latina.
Esa imagen resume el presente del protagonista, cuyo derrotero se comprenderá al viajar hacia el pasado y a otro continente.
Su historia inicia en Vejano, una pequeña aldea rural de la región italiana de Lacio, donde en la actualidad es recordado por un grupo de cazadores reunidos en un almuerzo en una cabaña.
Se decía que Luciano era un joven apuesto al que describen alternativamente como "un borracho, un noble, un santo", un personaje heredado de las tradiciones orales de la zona y de las canciones populares, que entre copa y copa recuerdan los comensales.
Según relatan, el destino lo llevó a enfrentarse con el príncipe local y cometió un crimen que lo obligó a exiliarse -al parecer, como sucedió con otros italianos-en Tierra del Fuego y a la trágica pérdida de Emma, su gran amor.
Como en el documental "Il solengo" (2015), exhibido en Argentina, los directores vuelven a crear en "Re Granchio" un mundo particular a partir del recuerdo de los habitantes de un pueblo, que cobra mayor fuerza con la fotografía de Simone D'Arcangelo y la música de Vittorio Giampietro.
"Pensamos esta película como un tercer capítulo de una serie de films que hicimos, surgidos en esta cabaña de caza en esa pequeña ciudad, ubicada al norte de Roma. Mientras filmábamos, escuchamos historias que nos llevaron a hacer la siguiente.
Sucedió con 'Il Solengo' y también con esta, en la que supimos de la historia de Luciano", relató Rigo de Righi en diálogo con la prensa. "Ellos hablaron de un crimen, un conflicto con el príncipe local y un exilio forzado a la Argentina. Viajamos con Matteo a Tierra del Fuego y hallamos posibles rastros de un Luciano que viajó en un barco, a fines de 1800 y procedía de esa zona de Italia. Pero los detalles se perdían. Por eso, nos volcamos a la ficción y comenzamos a fantasear sobre las posibles historias que podrían haberle sucedido a Luciano", agregó. La primera parte del film, titulada "Il fattaccio di Sant'Orsio" (El crimen de San Orsio), ambientada a fines del siglo XIX, transcurre en esa aldea rural de pastores y sus personajes son no actores, habitantes del pueblo. Solo hay nobles y campesinos y la figura de Luciano, hijo del médico local, algo liberal, conflictuado y entregado a la bebida es un personaje extraño, que llama la atención y es reprobado por todos. Salvo por Emma, que sueña con surcar los mares junto a él y abandonar ese aburrido destino pueblerino para siempre.
Para la construcción del personaje de Luciano, un excluido de esa sociedad -"un burgués que lleva consigo todas las dudas de la burguesía", apuntó Zoopis- los directores pensaron en un amigo en común, Gabriele Silli, un artista plástico romano que jamás había actuado y se involucró mucho en el proyecto.
"Se mudó al pueblo durante dos meses para lograr que los habitantes hablaran de él, tal como lo hacen sobre Luciano en el film. Y luego viajó a la Argentina, aprendió español y estuvo presente durante la preproducción para adentrarse en el personaje", recordó Zoopis. Por su parte, Rigo de Righi, afirmó que a ambos les interesan estos personajes "tipo antihéroes". Y en este caso, apostaron por llevar su historia a otro lado del planeta: al "Culo del Mundo", como indica el título del segundo capítulo del film, rodado en paisajes inhóspitos de la Patagonia argentina, en el que comienza la aventura de Luciano.
Entre inmensos paisajes desolados, suelos escarpados y mezquinos buscadores de oro, los directores juegan con el posible destino de Luciano. Y con los estereotipos del western, pero en el más lejano sur.
A fines del siglo XIX, un sacerdote observa cómo se desplaza un cangrejo en el suelo pantanoso de Tierra del Fuego, ya que el crustáceo debe guiarlo hacia un tesoro escondido por el capitán de un barco, uno de los tantos de los expedicionarios del siglo XVI que se hundieron en el punto más austral de América Latina.
Esa imagen resume el presente del protagonista, cuyo derrotero se comprenderá al viajar hacia el pasado y a otro continente.
Su historia inicia en Vejano, una pequeña aldea rural de la región italiana de Lacio, donde en la actualidad es recordado por un grupo de cazadores reunidos en un almuerzo en una cabaña.
Se decía que Luciano era un joven apuesto al que describen alternativamente como "un borracho, un noble, un santo", un personaje heredado de las tradiciones orales de la zona y de las canciones populares, que entre copa y copa recuerdan los comensales.
Según relatan, el destino lo llevó a enfrentarse con el príncipe local y cometió un crimen que lo obligó a exiliarse -al parecer, como sucedió con otros italianos-en Tierra del Fuego y a la trágica pérdida de Emma, su gran amor.
Como en el documental "Il solengo" (2015), exhibido en Argentina, los directores vuelven a crear en "Re Granchio" un mundo particular a partir del recuerdo de los habitantes de un pueblo, que cobra mayor fuerza con la fotografía de Simone D'Arcangelo y la música de Vittorio Giampietro.
"Pensamos esta película como un tercer capítulo de una serie de films que hicimos, surgidos en esta cabaña de caza en esa pequeña ciudad, ubicada al norte de Roma. Mientras filmábamos, escuchamos historias que nos llevaron a hacer la siguiente.
Sucedió con 'Il Solengo' y también con esta, en la que supimos de la historia de Luciano", relató Rigo de Righi en diálogo con la prensa. "Ellos hablaron de un crimen, un conflicto con el príncipe local y un exilio forzado a la Argentina. Viajamos con Matteo a Tierra del Fuego y hallamos posibles rastros de un Luciano que viajó en un barco, a fines de 1800 y procedía de esa zona de Italia. Pero los detalles se perdían. Por eso, nos volcamos a la ficción y comenzamos a fantasear sobre las posibles historias que podrían haberle sucedido a Luciano", agregó. La primera parte del film, titulada "Il fattaccio di Sant'Orsio" (El crimen de San Orsio), ambientada a fines del siglo XIX, transcurre en esa aldea rural de pastores y sus personajes son no actores, habitantes del pueblo. Solo hay nobles y campesinos y la figura de Luciano, hijo del médico local, algo liberal, conflictuado y entregado a la bebida es un personaje extraño, que llama la atención y es reprobado por todos. Salvo por Emma, que sueña con surcar los mares junto a él y abandonar ese aburrido destino pueblerino para siempre.
Para la construcción del personaje de Luciano, un excluido de esa sociedad -"un burgués que lleva consigo todas las dudas de la burguesía", apuntó Zoopis- los directores pensaron en un amigo en común, Gabriele Silli, un artista plástico romano que jamás había actuado y se involucró mucho en el proyecto.
"Se mudó al pueblo durante dos meses para lograr que los habitantes hablaran de él, tal como lo hacen sobre Luciano en el film. Y luego viajó a la Argentina, aprendió español y estuvo presente durante la preproducción para adentrarse en el personaje", recordó Zoopis. Por su parte, Rigo de Righi, afirmó que a ambos les interesan estos personajes "tipo antihéroes". Y en este caso, apostaron por llevar su historia a otro lado del planeta: al "Culo del Mundo", como indica el título del segundo capítulo del film, rodado en paisajes inhóspitos de la Patagonia argentina, en el que comienza la aventura de Luciano.
Entre inmensos paisajes desolados, suelos escarpados y mezquinos buscadores de oro, los directores juegan con el posible destino de Luciano. Y con los estereotipos del western, pero en el más lejano sur.