di Stefano Casini
Desde el 1o de marzo de 2020, el FA, o sea la actual oposición, se ha dedicado, no solamente a hacer oposición, como debe ser, sino a atacar, en algunos casos fuertemente, el accionar de un Presidente que tiene a más de la mitad de la población contenta.
Desde los sectores radicales, como el PCU o el MPP, muchas veces escuchamos esas “viejas” declaraciones pomposas acusando el gobierno de “facho”, de “oligarca”, o al Primer Mandatario de “cajetilla”. Pero, en los últimos tiempos, los dos mayores lideres de la política nacional como Luis Lacalle Pou y Carolina Cosse, emprendieron un camino de mayor coordinación, de entendimientos, en pocas palabras, un camino, obviamente NO DE ALIANZAS, pero de respeto de las ideas y de los poderes. Se ha entibiado, por ahora, el tema “clou” que aqueja a la Intendente de Montevideo, o sea el Antel Arena y por el otro lado, se vieron los lideres hasta haciendo bromas en público con sonrisas y distensión.
Eso es bueno para nuestro país, para una República que, sigue siendo, la más firme del continente y, porqué no, una de las más firmes del mundo, donde se respetan las ideas, los resultados de las elecciones y los poderes políticos. En toda comunidad, sea de derecha que de izquierda, sobre todo y lamentablemente, en las redes, hay miles de desaforados, de desesperados por sentirse superiores. Se discute si todo lo que hicieron blancos y colorados fue fundir el país, como si Uruguay nunca hubiera salido Campeón del Mundo de futbol y del otro lado de la vereda, se acusa al FA de haber hecho un desastre durante 15 años.
Obviamente, ni una cosa ni la otra. Por suerte o por capacidad de lideres políticos, en todas las épocas, hubo buenos, regulares y malos políticos, sin embargo, hay una tradición que se sigue aplicando en Uruguay que es la relación entre los ciudadanos.
Por un lado es cierto que hubo muchos y enormes errores durante siglos de supremacía colorada y blanca, así como hubo muchos y enormes errores en el período 2005-2019.
Lo bueno de los “paños tibios” es que evitan esa grieta que, por ejemplo, divide brutalmente a los argentinos o a otros ciudadanos latinoamericanos. Es algo positivo que Lacalle Pou y Cosse, hoy, no sean “enemigos” sino adversarios políticos. Es más que sabido que no van a estar de acuerdo en todo, menos para un “herrerista” y una “emepepista”. Dificilmente podrán compartir grandes coincidencias, sin embargo, enterrar las hachas de guerra, es una señal positiva para el sistema político nacional y, por ende, para todo el país.
Otro elemento sustancial para destacar es que esto se está verificando en un período muy particular, cerca de las fiestas y antes de comenzar un año que, para todos, quizás, sea mucho mejor de los últimos dos que pasaron, sobre todo para el sector más golpeado, el turismo
STEFANO CASINI