POR DOMENICO PALESSE
La resistencia pasa también por las cocinas, los locales gastronómicos de moda en Kiev se arremangan y producen, ya ininterrumpidamente desde hace dos semanas -desde cuando las tropas rusas comenzaron la invasión a Ucrania-, pan para los hospitales y sopas de pollo para quien cada día está en el frente de batalla para defender su propio país.
Desde bistró y restaurantes a la moda, que supieron estar repletos de lunes a domingo, decenas de locales de Kiev cerraron las persianas para los clientes, pero abrieron las cocinas a los voluntarios.
El que cuenta la transformación de estos locales -cuyo nombre no aparece por cuestiones de seguridad- es el diario The Kiev Independent, que recogió testimonios entre hornos, mostradores, cocineros y amasadores.
Y así se descubre que los letreros desaparecieron, las decoraciones fueron removidas y las ventanas lucen con pantallas de tejido negro, que impiden ver hacia el interior.
Pero, antes del inicio de la guerra, aquí se encontraban los jóvenes para pasar la tarde. Ahora a las cocinas llegan voluntarios para empaquetar el alimento que será llevado al frente o a los hospitales. El único recuerdo de aquello que parece ser una época pasada son las notas de la música tecno que resuenan aún desde los altavoces.
Pavlo Khrobust, 25 años, ex cocinero, había decidido enrolarse para defender su país, pero luego vino el replanteamiento: "Me di cuenta que hubiera sido desperdiciado allí", comentó al diario. "Y comencé a pensar en qué modo podía ser más útil. Obviamente cocinando. Y así en vez de una ametralladora, abracé el cucharón y el cuchillo", deslizó. Obviamente, también las cartas de comida cambiaron.
Nada de bourguignon o cóctel de noche, para los soldados solo alimento sano y gustoso. "Considerando la intensidad de las actividades físicas -puntualizó Pavlo- los soldados tienen necesidad de alimentos diversos de los que se dan en el ejército, alguna cosa más deliciosa". "Es que el buen alimento te mantiene alto el espíritu", señaló.
Como verduras, sopas y, alguna vez, fruta. La "la guinda de la torta", por así decir, es el pan fresco del veinteañero Oleksjy, que aprendió a hornear por Internet. "Aprendí alguna cosa nueva. Y me siento aliviado por haber sido una ayuda", dijo.
Los restaurantes que están trabajando en esto son decenas y en total producen, cada día, algo así como 20.000 comidas. Las fotos muestran cajas de fruta, bolsas de pan, sacos de papas y tantos otros ingredientes para apoyar a los voluntarios en el frente.
Empero, ninguno trabaja para sí. Todos se ayudan el uno al otro, incluso intercambiando alimentos o proporcionando asistencia recíproca. Y la lista de los locales que se pusieron a disposición crece cada día más. Frente a la tragedia de la guerra, los ucranianos consiguieron permanecer unidos, a sostenerse contra el invasor, y eso también en la cocina.
Desde bistró y restaurantes a la moda, que supieron estar repletos de lunes a domingo, decenas de locales de Kiev cerraron las persianas para los clientes, pero abrieron las cocinas a los voluntarios.
El que cuenta la transformación de estos locales -cuyo nombre no aparece por cuestiones de seguridad- es el diario The Kiev Independent, que recogió testimonios entre hornos, mostradores, cocineros y amasadores.
Y así se descubre que los letreros desaparecieron, las decoraciones fueron removidas y las ventanas lucen con pantallas de tejido negro, que impiden ver hacia el interior.
Pero, antes del inicio de la guerra, aquí se encontraban los jóvenes para pasar la tarde. Ahora a las cocinas llegan voluntarios para empaquetar el alimento que será llevado al frente o a los hospitales. El único recuerdo de aquello que parece ser una época pasada son las notas de la música tecno que resuenan aún desde los altavoces.
Pavlo Khrobust, 25 años, ex cocinero, había decidido enrolarse para defender su país, pero luego vino el replanteamiento: "Me di cuenta que hubiera sido desperdiciado allí", comentó al diario. "Y comencé a pensar en qué modo podía ser más útil. Obviamente cocinando. Y así en vez de una ametralladora, abracé el cucharón y el cuchillo", deslizó. Obviamente, también las cartas de comida cambiaron.
Nada de bourguignon o cóctel de noche, para los soldados solo alimento sano y gustoso. "Considerando la intensidad de las actividades físicas -puntualizó Pavlo- los soldados tienen necesidad de alimentos diversos de los que se dan en el ejército, alguna cosa más deliciosa". "Es que el buen alimento te mantiene alto el espíritu", señaló.
Como verduras, sopas y, alguna vez, fruta. La "la guinda de la torta", por así decir, es el pan fresco del veinteañero Oleksjy, que aprendió a hornear por Internet. "Aprendí alguna cosa nueva. Y me siento aliviado por haber sido una ayuda", dijo.
Los restaurantes que están trabajando en esto son decenas y en total producen, cada día, algo así como 20.000 comidas. Las fotos muestran cajas de fruta, bolsas de pan, sacos de papas y tantos otros ingredientes para apoyar a los voluntarios en el frente.
Empero, ninguno trabaja para sí. Todos se ayudan el uno al otro, incluso intercambiando alimentos o proporcionando asistencia recíproca. Y la lista de los locales que se pusieron a disposición crece cada día más. Frente a la tragedia de la guerra, los ucranianos consiguieron permanecer unidos, a sostenerse contra el invasor, y eso también en la cocina.