por Esteban Valenti
Desde que salimos de la dictadura, además de diversos colores, dos palabritas marcaron la historia política del Uruguay, en la última oportunidad fueron el SI (rosado) y el NO (Celeste). No se agotaron con el referéndum del 27 de marzo del 2022, los temas siguen totalmente vigentes.
Por un soplo ganó el NO y sin embargo, eso que podía haber fortalecido al gobierno multicolor de derecha, derecha uruguaya, entendamos, no dio ese resultado. Han pasado 3 meses exactos desde el referéndum y el gobierno y los partidos que lo integran, no paran de caer en las encuestas de opinión pública y en la disputa por la agenda política nacional. Y se viene un aluvión.
No hay un solo hecho que haya afirmado los temas centrales del debate que defendía y promovía el gobierno multicolor, firme, sin fisuras. En apariencia.
La seguridad que fue sin lugar a dudas fue el principal caballo de batalla, viene en picada, lo quieren transformar en un debate sobre estadísticas y la gente lo asumió de la misma manera que en algunos periodos de gobiernos del Frente Amplio, en una potente sensación térmica. Los homicidios queman en aumento y quema toda la situación en que se transformó el tema de la inseguridad, colocándolo en el primer lugar de la preocupación ciudadana en todo el país. Nuevamente.
La LUC y sus capítulos defendidos a capa y espada por los oficialistas, no han mejorado en absoluto la situación y ya no saben a qué santo encomendarse para tratar de convencernos de que con ese paquete de leyes que iba solucionar casi todo. Nada de nada, números enfrentados a la vida cotidiana de la gente siempre pierden.
En cuanto a la economía hay dos temas muy sensibles: la capacidad adquisitiva de salarios, jubilaciones, ventas de pequeñas y medianas empresas, el aumento de la inflación con el empuje de los combustibles que golpea a la mayoría de la población y no hay relato o discurso que pueda ocultarlo. En segundo lugar está otra lucha entre estadísticas y realidades, es el desempleo y la preocupación por el trabajo en las familias. Se van sustituyendo salarios por seguros de desempleo y sobre todo, sueldos decentes o buenos salarios, por remuneraciones miserables de 6.000 a 10.000 pesos mensuales. Inflación y baja de los salarios, una combinación letal. Se inscribieron para el llamado por los jornales solidarios, 159.856 personas para salarios de 12.500 pesos mensuales por cuatro meses. Por 10.000 puestos de trabajo transitorios...
En el tema educación nos tienen a la espera, anunciado que en la Rendición de Cuentas habrá recursos para ese cambio tan necesario. Mientras tanto, no hay obras educativas, ni de la salud, los salarios docentes en bajada, persecución sindical y la LUC generó la exclusión de los representantes docentes de los consejos educativos. Y cambios, solo amagues y maquillajes.
Nadie podría responder hoy en toda la amplia gama de autoridades vinculadas a la educación a la pregunta ¿hacia dónde va la reforma?
Menos aún podrían responder sobre la reforma del sistema de previsión social y de las diversas cajas jubilatorias, incluyendo en particular la Caja Militar. Muchas reuniones, comisiones, amagues y nada más.
Todos sabemos que hay que introducir cambios en la seguridad social, el problema como en muchas otras cosas es quien deberá pagar los altos costos de la reforma, en dinero y en años de trabajo.
La transformación, mejor dicho casi liquidación del espíritu del Instituto Nacional de Colonización con la reforma de la LUC y los falsos colonos residiendo en las ciudades y desvirtuando el origen y el sentido de la repoblación de la campaña, con las últimos pronunciamientos sobre falsos colonos, son otro ejemplo abrumador de que teníamos razón, SI, la LUC era una ley hecha a la medida de algunos privilegiados.
Hasta ahora, donde no hay discusión posible es que mientras el país exporta a precios de cuento de hadas por los precios del huracán de cola internacional, los beneficios se acumulan en un solo lado de la sociedad, del lado de los que tienen cuentas bancarias en el país de más de 250.000 dólares y de los que depositaron 3.000 millones de dólares en cuentas en el exterior. En total casi 9.000 millones de dólares, un 15% del PBI nacional de un año de acumulación de dinero líquido en un pequeño sector de la sociedad.
Mientras del otro lado no hay que ser un investigador, o un periodista observador y atento para ver el crecimiento de la pobreza, de la miseria, en especial infantil, del mundo de la droga que a pesar de los operativos policiales, sigue siendo el azote de barrios enteros y zonas del interior.
Es la negación de las principales promesas tanto de la campaña electoral de octubre del 2019, del balotaje de noviembre del 2019 y del referéndum de marzo del 2022. Ninguna de las principales promesas se están cumpliendo y los 5 mejores años de nuestras vidas, son puro humo o mejor dicho una humareda de palabras que intoxican.
El argumento supremo, repetido hasta el hartazgo es la pandemia y ahora, hace pocos meses, la guerra en Ucrania. Pero el relato-cuento se va agotando y la luna de miel se disuelve y sobre todo el país retrocede, no tiene proyectos, un diseño de desarrollo y hasta las palabras se desgastan y se agotan.
Y naturalmente la cantinela de la herencia maldita, aunque todos los indicadores están en un franco retroceso y la opinión y sensación de la mayoría de la gente, de todas las edades va en franca colisión con el discurso oficialista.
Con eso no alcanza, ante tantos elementos negativos, tantos NO y el fracaso en tantos frentes, hace falta elaborar con seriedad, con estudio, con sentido crítico y sobre todo nacional, mensajes positivos, propósitos, surgidos del contacto con la sociedad, con los más amplios sectores, con la academia, con los que producen y conocen de los diferentes temas. Pero con una orientación clara desde el principio, queremos un enorme SI al crecimiento, pero del mismo tamaño y simultaneo a la distribución más justa de la renta y de la riqueza, queremos un SI al desarrollo y no a flotar en las palabras y la mediocridad.
Es duro esperar hasta el 2024, que ellos gobiernen como les corresponde constitucionalmente, pero que seamos capaces de construir una verdadera alternativa, no de cambios de las familias del poder, o de los colores y las etiquetas, sino de las prioridades sociales, económicas, productivas y hasta educativas, cívicas y culturales.