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La empresa hizo todo que pudo para no pagar impuestos, según surge de documentos internos filtrados a The Guardian y compartidos con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). Uber adoptó múltiples estrategias para desviar la atención de las autoridades fiscales alrededor del mundo y reducir el pago de sus impuestos al mínimo, según surge de correos y otros documentos internos filtrados a The Guardian y compartidos con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).

Las estrategias de Uber incluyeron el armado de sociedades en varios paraísos fiscales, la reformulación constante de esas estructuras para confundir a los sabuesos tributarios y el ofrecimiento de información sobre sus conductores como carnada para desviar la atención de sus propios números. “Nuestra estructura del impuesto de sociedades es (...) el talón de Aquiles de la empresa”, alertó el principal cabildero de Uber en Europa, Mark MacGann, al jefe del departamento fiscal de la empresa. En ese correo, MacGann planteó que compartir información sobre los ingresos de los conductores podría “contener” las demandas contra la propia compañía de las autoridades fiscales.

Los documentos internos de Uber a los que accedió ICIJ van de 2013 a 2017. Consultado por ICIJ, desde Uber rechazaron ser una empresa de transporte y se definieron como el operador de una plataforma digital que conecta a los pasajeros con los conductores, que son contratistas independientes, no empleados. Ese encuadre le permite reducir o evitar costes, como lidiar con los aportes a la Seguridad Social y el pago del IVA de los trayectos. En 2012, Uber creó una empresa holandesa, Uber BV, para concentrar los pagos de los clientes que usan los coches de Uber en Buenos Aires, Londres, Sidney y centenares de ciudades más. Tras recibir los fondos de cada usuario, Uber BV giraba el 80% de cada viaje al conductor, mientras que la mayor parte del 20% restante se transfería a su filial en Bermudas, donde los ingresos de las empresas están exentos de impuestos.

En 2019, sin embargo, Uber reestructuró su negocio y cerró algunas de sus operaciones en paraísos fiscales del Caribe antes de comenzar a cotizar en la Bolsa de NY. La investigadora CICTAR estimó que, sólo durante 2019, Uber evadió al menos US$556 millones en impuestos a escala mundial. Según Jason Ward, del CICTAR, empresas como Uber “remodelan continuamente” su estructura para evitar impuestos y confundir a las autoridades fiscales.