POR MARGARITA BASTÍAS

Los moais de Rapa Nui -esculturas enormes de piedra Patrimonio de la Humanidad- están enfermos, pero el maestro italiano Lorenzo Casamenti logró hace 13 años encontrar el biocida para su restauración y conservación.
No sólo eso, su sueño es capacitar a los jóvenes rapa nui para que ellos mismos recuperen el patrimonio que es, primero, de ellos y luego de la humanidad. Además, impulsa un intercambio entre estudiantes del Istituto Lorenzo de'Medeci de Florencia y el pueblo ancestral.
En diálogo con ANSA junto con la ceramista Simone Racz, contraparte en Chile del Istituto, valoraron el acuerdo alcanzado hace unos días con la comunidad indígena Ma'u Henua para desarrollar un convenio de colaboración que apunte a una propuesta de trabajo para la conservación de los moais.
Casamenti, antes de volver a Italia, recordó su primer viaje en 2009 cuando descubrió que "los moais tenían una infección con líquenes, que es gravísima, un cáncer a la piel, en la superficie del moai. El liquen se va metiendo y deja un hoyo.
Les habían dicho que lo analizarían y darían una respuesta en tres años". Pero el mal era urgente de atacar y logró que lo autorizaran a llevarse una piedra del lugar para que en lo analizaran en un laboratorio de renombre.
En 30 días obtuvieron el biocida específico para esos líquenes que permitiría recuperar las hermosas estatuas que miran hacia el Pacífico. Los análisis -con un costo de 10 mil euros—fueron financiados íntegramente por la escuela de Medeci.
La intervención de los moais era urgente, pero también prepararon un taller con estudiantes de la isla -ingenieros, guardaparques- y cinco estudiantes de la Escuela que viajaron a isla de Pascua, "lo que era un sueño para ellos venir al sur del mundo".
Casamenti recalcó que "mi sueño era formar un grupo de personas de rapanui para trabajar en el salvataje de moai. No sólo el tratamiento de los líquenes sino recuperar patrimonio, que es de todos pero es de ellos, siempre estuvo y siempre estará en la mente el transferir la tecnología para que se encarguen ellos de la conservación".
A su juicio, "si tú aprendes la conservación y eres rapa nui lo harás con mucha más pasión que otro que venga de cualquier parte. Por eso el primer convenio se hizo entre la Conaf (Corporación Nacional Forestal) y la escuela de artes aplicadas en 2009".
Lorenzo Casamenti es enfático en sostener que "la conservación la tiene que hacer ellos, con personas formadas por mí, supervisores" y observó que "el trabajo es mucho porque los moais son miles, hay trabajo para años, años, y años".
Adelantó que "la cosa que más me interesa, en marzo cuando volvamos, es tener un encuentro con estudiantes porque debe haber una educación de jóvenes" e insistió que "ellos van a saber que es un patrimonio que se está perdiendo, y ellos lo tienen que salvar". Confirmó que ha habido un enorme interés, "pero hay que ser constantes, y la urgencia no está instalada porque lo tienen tan próximos que lo dejan para después".
Recién se está tomando conciencia de que los líquenes son un problema y que el moai está "mal conservado, con miles de hoyos". Mediante fotos certificó que "la aplicación del antibiótico restauró completamente un moai que estaba dañado, y que a nueve años de la primera intervención no queda ni un poco de liquen".
Comparó que, así como la piel que ha sufrido cáncer no volverá a ser igual, "porque ha sufrido, la piel del moai no será nunca como antes, pero es necesario hacer un tratamiento protectivo".
Simone Racz precisó que cuando se trataron los moais "había un panel donde se explicaba lo que se estaba haciendo, con la participación de Lorenzo, la Conaf (Corporación Nacional Forestal), y la gente empezó a entender el tratamiento a partir de lo que se hizo, no que vieran un andamio que les molestaba mucho -no se pueden tapar los moais- sino que había un trabajo importante".
Por la imposibilidad de viajar en estos tres años por pandemia constataron que algunos de los moais que no tenían líquenes ahora están llenos.
En el centro de la isla, contó que antes había un moai que tenía una erosión en el cuello, hoy existen cuatro con el mismo problema, lamentó el maestro.
Mostró un moai que está cerca del mar, horadando la piedra, y es polvo, se está deshaciendo. "Ya ha perdido un pedazo de brazo, se está deteriorando, en cinco años quedará apenas un pedacito de 54 cm, el que está al lado está sin cabeza, sin brazos. Es una prioridad intervenir, porque o sino no quedará nada. Su espalda está toda caída, si no se interviene de inmediato, no se puede salvar el moai".
Casamenti aclaró que el Instituto no decide que se hace, sino que es Ma'u Henua (administradora del Parque Rapanui): "Yo propongo la prioridad. No es que viene un equipo de afuera y opina, sino que se hace en conjunto. Ellos son los que deciden acerca de la propuesta y luego se hace un programa en conjunto", subrayó.
Piensa que aproximadamente en unos dos años, los propios rapa nui podrían estar capacitados para preservar y conservar.
Detalló que los líquenes se extraen mecánicamente a mano.
Contó que "un moai que estaba blanco, blanco de liquen aplicaron spray en la mañana, y para que no se evaporara lo envolvieron en un plástico (lo que es también un problema al tenerlos tapados).
Pero a los tres días, ya no quedó nada".
Casamenti valoró la experiencia y "el intercambio cultural entre europeos y rapa nui, que ha sido muy interesante".