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POR STEFANO CASINI

El problema de la Educación no es una característica de Uruguay. En todo el planeta se están estudiando formas para mejorarla. Si pensamos que, hace 150 años se inventaba el primer auto a motor o si pensamos en los primeros teléfonos que tienen poco más de un siglo y los comparamos a la Educación, nos daremos cuenta que, aún hoy, después de siglos, hay un pupitre y sillas para que semidioses nos enseñen Geografía, Matemáticas o Química.

Es obvio que, en 2022, hay materias y conocimientos generales que ya no sirven para mucho, sin embargo, como docente hoy, me estoy dando cuenta que el conocimiento de un porcentaje altísimo de la población uruguaya es patético.

Los horrores gramaticales de estudiantes universitarios es realmente preocupantes, sin calcular lo que pueden ser de escolares o liceales. Recuerdo, en mi juventud, cuando una maestra o un profesor de Liceo, nos hacían escribir 200 veces una palabra que habíamos escrito mal en un trabajo. Eso no ocurre hace décadas.

Pero, más que los horrores gramaticales, me preocupa el conocimiento. Mucho más de la mitad de la población, mientras que conocen perfectamente las palabras Peñarol o Nacional, no tienen la menor idea de quienes fueron Aristóteles, Sócrates, Miguel Ángel, Mozart o Nietsche. Muchos podrán pensar ¿para que tienen que conocer chicos de 17 o 20 años la historia de los egipcios? ¿Qué les puede importar? ¿Para que conocer la filosofía de Eurípides o.......cuando la vamos a aplicar?

Es obvio que, un mundo tan fácil como para que hayan inventado una valija a motor para recorrer un aeropuerto, deja al desnudo el conocimiento, el esfuerzo, la resiliencia y tantos valores más. La pregunta es: ¿Que es lo que le importa a la actual sociedad?

El conocimiento, la historia, la geografía y el fascinante anecdotario de los últimos 13.000 años, o sea desde que el Homo Sapiens comenzó a producir sus alimentos al por mayor y a dominar animales para que lo ayudaran a cultivar, no sirve para nada, es mucho más que obsoleto, es simplemente inútil.

Si una alumna, con más de 30 años,  lee Manya en lugar de Maya cuando está hablando de una civilización antigua nacida en el actual territorio de México y me dice: "Pensé que le faltaba una N" , quiere decir que un mínimo, un minúsculo conocimiento de Historia ya no sirve! ¿Debería preocuparme como docente? A esta altura de los acontecimientos no me preocupa. Como me adapté a Wikipedia o a Google, también tengo que acostumbrarme al desconocimiento global que avanza a pasos agigantados.

En varios países, mucho más adelantados que el nuestro, hay tantas cosas que han cambiado y no solamente con respecto a los contenidos de la Enseñanza, sino también con respecto al viejo concepto del pupitre y las sillas. Por ejemplo, hace décadas, en Italia, se aplican dos métodos en primaria en los cuales, cada clase de hasta 30 estudiantes de primaria, tiene 2 maestros, no hay sillas normales, hay almohadones para sentarse en el piso y los docentes circulan sentándose al lado de cada uno para corregirlos en sus tareas.

En Japón, hace décadas también, los chicos, a partir de los 6 años, en Primaria, tienen una hora por día para limpiar sus aulas (es un deber) y 30 minutos diarios para su aseo personal: deben lavarse los dientes, la cara y las manos hasta que queden perfectamente listos para seguir una clase.

Pero, estos son métodos más adelantados de convivencia facilitando cierto tipo de aprendizaje. Pero ¿que pasa con Sócrates, Rafael, Gengis Kan o Luis XIV?

El 90% de la población mundial conoce a Maradona o a Messi, pero no sabe quien fue Ghandi o Garibaldi, por ejemplo. ¿Es esto preocupante o es parte de una nueva educación que empuja la sociedad del conocimiento a una sociedad del desconocimiento?