por Esteban Valenti
La sigla la escuché a una psicóloga comentando una película y es un excelente resumen también para la política. ¿Qué te salva? De este momento muy difícil. Y lo que está afrontando el Uruguay es un momento muy difícil. No es solo el gobierno, que está en el ojo de la tormenta.
Las caras sonrientes, la saturación de declaraciones, los ensayos de autoayuda con frases sobre velos y caretas que se pueden entenderse de muchas maneras contradictorias, ya no alcanzan.
El Uruguay afronta una suma y, reitero, una suma de acontecimientos que se vienen acumulando de manera muy negativa y sobre todo muy visible. Solo alinearlos causa preocupación y cansancio.
Lo importante es analizar las prioridades. Desde el punto de vista de la opinión pública nacional e internacional, el tema de los "pasaportes" es sin duda el más evidente y nocivo. Me refiero tanto al pasaporte entregado al principal jefe narco del Uruguay, Sebastián Marset mientras estaba detenido en Dubai por utilizar un pasaporte falso paraguayo y que apenas salido de su cárcel, ordenó el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci de luna de miel en Colombia; a lo que se sumó, pocos días después el descubrimiento por la fiscalía - y no por el gobierno a través de su Ministerio del Interior - de que una banda criminal integrada o encabezada por el jefe de la custodia del Presidente de la República, Alejandro Artesiano operaba directamente desde el ya famoso 4to piso de la casa de gobierno, entregando pasaportes falsos a ciudadanos rusos. ¿Qué otros delitos cometía o que otras cosas traficaba?
Aparecimos y aparecemos en la prensa internacional y nacional de la peor manera, llenos de sospechas en todas las direcciones. Volveremos sobre este tema.
A nivel económico- social, principal responsabilidad del gobierno, las cosas no van bien para la mayoría de los uruguayos: la inflación sigue imparable y casi llega al 10% anual (9.95%), los salarios, jubilaciones, consumo interno, ingresos de amplios sectores de profesionales, micro, pequeños e incluso medias empresas caen de forma constante. Incluso grandes superficies comerciales detectan la caída, es decir la capacidad de compra de una parte fundamental de la población sigue cayendo al tercer año de este gobierno. Y para sellar la situación, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) comenzó con sus partes negativos, la pobreza alcanzó el 10.4% y la pobreza de los menores de 6 años el 22.5%. Una barbaridad.
Mientras tanto el PBI sigue creciendo como una acusación, aunque su futuro es incierto. Mientras la torta crece desde el año pasado, sobre todo en el sector de los "mallas de oro", que cada día se forran de más oro, tanto en sus cuentas bancarias en el Uruguay, como en el exterior. Datos incontrastables. Es decir que es indiscutible que hay un pequeño sector de la población que le va muy bien y que el gobierno atiende con deferencia, la gran mayoría retrocede en su nivel de vida.
Por otro lado el gobierno se dedica a inaugurar obras importantes correspondientes al gobierno anterior y escuelas y liceos repintados, o instalaciones de salud totalmente secundarias. Y poco más. Pero despliega una gran labor de publicidad sobre esas supuestas grandes inversiones.
La desocupación, camuflada en parte por salarios de emergencia, de entre 6 y 12 mil pesos y sobre todo porque cada día hay más gente que ha dejado de buscar trabajo, crece junto al empleo informal.
Cuando salga el índice GINI de distribución de la renta, completaremos el panorama del deterioro de la situación social y de la injusticia creciente. Un modelo económico ya conocido y aplicado con pequeñas variantes en el Uruguay y el mundo que instala la decadencia como elemento definitorio del país.
Hay dos reformas que el gobierno considera fundamentales y que realmente son un pasaje obligado para el país, pero son la esencia de sus contradicciones.
Mientras despliega banderas y suena trompetas sobre la reforma de la educación, le quita recursos a todas las ramas de la enseñanza, rebaja los salarios de los docentes, y guillotina los recursos para la universidad y la ciencia y tecnología. No son cosas compatibles sobre todo si se excluye de las decisiones reformistas a los maestros, profesores y especialistas que el país tiene.
La otra reforma es la de la seguridad social. Es necesaria, es importante, pero debajo de mucho papel, de muchas palabras hay una realidad principal, las jubilaciones en el futuro serán más pobres, se les recortarán porcentajes y además se aumentará los años de trabajo. Todos hechos que requieren de consensos sociales, y debates que no se reduzcan a convencer a los integrantes de la Coalición Multicolor, que cada día se tiene que tragar un sapo más grande.
Volvamos al trágico caso de los pasaportes. El primer error es llamarlo así, se trata de la infiltración de una banda de delincuentes, dentro de estructuras muy sensibles y complejas del Estado. No solo se puso en peligro la seguridad del Presidente (que extrañamente, solo se limita a decir que lo engañaron, pero nunca a condenar con fuerza la traición y la bajeza de Artesiano y su banda), además este personaje que ya integra la peor historia del país, tenía acceso a los contactos, a diversas conversaciones del Presidente, a organismos del Estado que se le abrían al exhibir sus credenciales de hombre de extrema confianza del máximo jerarca del gobierno. ¿Cuánto sabe Artesiano, de este y de otros gobiernos y de personas e instituciones muy sensibles del Uruguay?
¿Los pasaportes a quien fueron entregados? Delincuentes, narcos, espías, "oligarcas" o simples abuelitos rusos...Sería bueno saberlo, porque no creo que Artesiano y su banda tuviera muchos escrúpulos.
¿El Presidente sabía o no sabía o cuánto sabía? Desde las desgraciadas declaraciones iniciales, totalmente falsas, Lacalle fue reconociendo o callando en cuanto haber recibido información tanto de la secretaría de Inteligencia, como de sus propios correligionarios (ver carta desde Rivera). Si sigue insistiendo con que no sabía, es todavía más grave, demuestra que no tiene la menor capacidad y perspicacia para gobernar.
No se trata de un engaño cualquiera, son muchos, muchos años y una acumulación de anotaciones en su jefe de custodia contratado por él mismo Presidente y al menos otros 10 integrantes de la custodia ya desplazados. ¿No era que el Presidente andaba sin custodia? Ya van 11 desplazados. ¿Cuántos más serán en el futuro?
Los errores y los horrores en el momento de gobernar no se pueden juzgar por comparación, sino por su significado y valor en sí mismos. Y está muy bien que la oposición haya optado por privilegiar la defensa seria y responsable de las instituciones, pero...
La Presidencia de la República es una institución fundamental del Estado democrático y le competen innumerables y fundamentales responsabilidades, de acuerdo a la Constitución de la República (CAPITULO IIIArtículo 168). Hay una sola cosa que está por encima de todos los poderes del Estado y es la propia República, su seguridad, el respeto a su Constitución y sus leyes.
Cuando la Justicia se pronuncie y termine esta caída permanente, alimentada por nuevos datos y episodios sobre la custodia presidencial asociada a una banda internacional de delincuentes, sabremos los ciudadanos uruguayos, de todos los partidos y posiciones políticas e ideológicas, cuanto se comprometió a la República y cuáles son las responsabilidades.
No hay camuflaje disfrazado de intento de juicio político a la intendenta de Montevideo, o ningún otra maniobra menor y sin fundamento ni posibilidades, que pueda ocultar para registrar en la historia, la peor historia, que sucedió durante tantos años, quienes y como estaban involucrados y quienes se favorecieron hasta llegar al 4to piso. de la vergüenza. Lo único que nos puede salvar a todos es que el nivel de soberbia o de incapacidad sea realmente memorable.