Dialecto modenés y tortellini en caldo. No es Emilia Romaña, sino Capitán Pastene, un pueblo de poco más de 4.000 descendientes de inmigrantes italianos que llegaron a la Araucanía chilena desde Pavullo, Zocca, Montese y Guiglia a principios del siglo XX.
Ubicado en un paisaje boscoso, a 620 kilómetros de la capital Santiago, Capitán Pastene construido según una arquitectura europea, recibe a sus visitantes con la bandera chilena, la de los indígenas mapuche y también la italiana tricolor.
"Un emblema de la comunidad italiana" en el Estado sudamericano, "que ha representado un ejemplo de convivencia provechosa y pacífica durante más de un siglo, del que nos sentimos muy orgullosos", explica el embajador de Italia en Chile, Mauro Battocchi.
Aquí, en el aniversario de su fundación, en marzo, los habitantes realizan "la Sagra Carretada, una representación de la llegada de los pobladores a bordo de carretas, vestidos con faldas largas, gorros y tirantes", dice Mabel Flores Cantergiani, de 93 años, nuera del inmigrante Jerónimo Lubini.
"Seguimos perpetuando la historia de nuestra inmigración, con los platos típicos y el ambiente de Italia de hace un siglo", explica Flores. "Sentimos un poco de nostalgia, pero miramos al futuro, pensando que siempre habrá una oportunidad. Y queremos dar a conocer nuestra historia a través de nuestras empresas", también para generar empleo. De hecho, Flores explica que los jóvenes en su mayoría tienen que emigrar, "porque el trabajo escasea", pero "hay una apuesta por impulsar el turismo y crear nuevas oportunidades, dando a todos la posibilidad de quedarse".
Fue Giorgio Ricci, un italiano residente en Chile, quien a principios del siglo XX convenció a los italianos de venir aquí, luego de la decisión del gobierno de colonizar las regiones del sur, y destinar tierras para cultivar. En 1904 llegaron a la zona de Lumaco más de 20 familias, ascendiendo luego a 88 núcleos - unas 700 personas - todos procedentes de la provincia de Módena. Los primeros migrantes se instalaron en barracones temporales.
En esta tierra agreste, enmarcada por la Cordillera de los Andes, no había viviendas ni infraestructura urbana. Y recién en 1907 se funda Capitán Pastene, donde la cultura italiana, chilena y mapuche se han mezclado en una contaminación que hace de este pueblo un lugar único en el mundo.
Capitán Pastene, la pequeña Italia chilena
POR MARGARITA BASTÍAS