Era 1992 cuando, en un día que podría haber sido como cualquier otro, Horacio Pagani le mostró a Maurizio Ferrari un páramo. De allí nació una de las historias más apasionantes de los últimos años, la de Pagani Automobili, que se prolonga desde hace 25 años.
"Llevaba ya unos años en Lamborghini, la empresa americana de Chrysler", relató Maurizio Ferrari.
"La Guerra del Golfo lo había cambiado todo, la empresa había visto cancelados casi todos sus pedidos y yo, como muchos otros, en 1991, estaba en despidos", recordó.
"Horacio me cuenta sobre su proyecto, lo que tenía en mente, la vida que quería llevar. Me dijo que si la empresa me despedía al terminar los despidos, podía acudir a él para construir juntos el sueño", añadió Ferrari.
Recordó que en ese momento los fabricantes de superdeportivos estaban todos en crisis: "Todavía no sé qué pasó por mi mente y por qué le creí, así empezó todo".
En 25 años Pagani ha convertido a la empresa en un taller creativo donde una comunidad de personas se reconoce, comparte manos y pensamientos, enfrenta las grandes complicaciones de la mecánica, maneja la belleza y encuentra inspiración mutua.
"Las personas que trabajan para nosotros lo hacen con pasión y la pasión es contagiosa", aseguró Pagani. "Quien se sube a uno de nuestros autos puede verlo en la atención al detalle y experimentarlo cada vez que conduce".
"Nuestros clientes no compran solo un auto, sino todo ese palpable conjunto de emociones y cariño que cada uno de nosotros ha puesto en hacer su parte", agregó.
Por eso, senaló, "para muchos clientes, un Pagani no es suficiente y vuelven a comprar otro".
La pasión de Horacio, que persiguió su sueño para convertirlo en realidad, pronto involucró también a sus hijos.
"Mi hermano y yo tuvimos la suerte de haber estado involucrados en la empresa desde el principio", se sumó Christopher Pagani. "Yo era un niño y mis tardes las pasaba jugando y curioseando por el taller que, además, estaba exactamente en el piso debajo de mi habitación".
"Para mí era un mundo lleno de cosas fantásticas. No lo sabía, pero ya estaba aprendiendo cómo sería mi vida", dijo.
El mundo del automóvil conoció y entendió a la perfección el potencial de Horacio Pagani con motivo del Salón del Automóvil de Ginebra de 1999, cuando el Zonda, el icónico hipercoche, hizo su debut entre los grandes fabricantes.
Desde entonces, Pagani aplica a sus creaciones el mismo espíritu innovador de Leonardo da Vinci, su fuente de inspiración.
Después del Zonda, fabricado en una serie de diferentes variantes, incluso en la versión barchetta, vino el Huayra, donde utilizó aerodinámica activa.
Hoy, la tradición continúa con el Utopia, gracias a la barra antivuelco retráctil incorporada y un V12 6.0 biturbo, fabricado exclusivamente por Mercedes-AMG, y capaz de entregar unos impresionantes 864 CV.