por STEFANO CASINI
Nadie puede negar que, entre el final del siglo XX y la actualidad, hubo dos gobiernos en manos de los mal llamados “partidos tradicionales” como el Colorado y el Blanco (el FA es un partido tradicional hace ya décadas), que tuvieron crisis catastróficas durante sus mandatos.
Jorge Batlle, llegado a la Primera Magistratura al quinto intento (como Lula), tuvo que soportar: Efecto Tequila, Efecto Samba, Efecto Tango, Aftosa y vaciamiento de bancos por parte de argentinos y los Peirano, sin considerar los simbronazos derivados de la mayor crisis argentina de la historia.
Por su parte Luis Lacalle Pou, a los 10 días de su mandato, tuvo que enfrentar una pandemia mundial de Covid, luego una guerra catastrófica para el mundo entero como la que protagonizan aún hoy Rusia y Ucrania, la mayor sequía de la historia desde que fue creado el Servicio Meteorológico del Uruguay que, en 2013 se convirtió en INUMET, casos como el de Astesiano y más recientemente del Senador Penadés. En pocas palabras, todas las plagas de Egipto!
Para cualquier oposición, estas crisis, que no son uruguayas en su mayoría, son oro para sus intereses y es así que, a pesar que los logros del actual gobierno fueron mucho mayores de los que se esperaban, el FA bendice todo lo que nos pueda ocurrir para prepararse a volver al poder.
En los 15 años de gobiernos del Frente Amplio, el mundo vivió momentos excelentes y la crisis “occidental” del 2008 con el pico de Lemon Brothers, no afectó para nada a nuestro país, todo lo contrario. Obviamente hubo grandes altibajos como el precio del crudo que osciló entre los 20 y los 160 dólares el barril, sin embargo, el FA nunca acompañó las bajas, tanto es así que, en 2008, cuando se llegó al pico de 141 dólares por barril en julio y alcanzó los 38 en diciembre, el Ministerio de Economía, no dudó en subir el 1o de enero de 2009 el precio un 10%, como todos los años, cuando el precio había bajado un 300%! Además, cuando se descubrió que el ex Vicepresidente acusado de despilfarrar 1000 millones de dólares durante su pésima gestión de ANCAP, el gobierno de entonces no tuvo más remedio que aumentar constantemente el precio del combustible para pagar deudas enormes e inútiles.
Muchos se siguen preguntando como pudo el FA, que tuvo la oportunidad de “surfear” con éxito una bonanza mundial, pudo cerrar su gestión en 2020 con un 5% de déficit fiscal, una desocupación a 2 cifras, una deuda externa triplicada y exportaciones de 9.000 millones de dólares, cuando, en 2022, fueron de casi 15.000 millones.
Otros se preguntan como pudo, el actual gobierno, con tantas pálidas, aumentar exponencialmente las exportaciones en 2022, aumentar en decenas de miles los obreros de la construcción, bajar la desocupación o bajar el déficit fiscal.
A un año de las próximas elecciones, todos los partidos del Uruguay, tienen serios problemas de liderazgos. No juegan más Seregni, Wilson, Sanguinetti, Vázquez o el mismo carismático Mujica.
Los posibles candidatos, no tienen un peso político específico importante, desde Cosse a Yamandú Orsi o Andrade, desde Álvaro Delgado a Laura Raffo.
Es cierto que, en todo el planeta, los políticos de estirpe se han extinguido, dejando atrás grandes tradiciones democráticas. También es cierto que, cada día más, en cualquier país, “se vota lo menos malo”.
Las plagas que sufrió y sigue sufriendo el actual gobierno, son vientos de esperanza para la oposición, nada que objetar. Pero la pregunta es: ¿Habrá realmente un candidato a la altura para que Uruguay siga creciendo como hoy?