por ESTEBAN VALENTI

Cada día que pasa las elecciones del 2024-2025 ocupan un mayor espacio en el escenario político nacional. Unos lo niegan, otros se hacen los distraídos, cargos fundamentales del gobierno están en plena campaña y el Presidente de la República, está ensayando para llegar al borde de lo que admite la Constitución, y si es posible un poco más allá del límite.

 

Es una batalla de particular importancia, no es una elección más. El conglomerado multicolor tiene que demostrar a la mayoría de los ciudadanos que pudo gobernar, que obtuvo buenos resultados y/o lograr una justificación adecuada (pandemia, guerra, sequía) para explicar, junto con la herencia dejada por los gobiernos del FA  no haber cumplido con sus promesas electorales. Y sobre todo que debe seguir gobernando el país. Para lo cual deberán demostrar que la Coalición, a pesar de las muchas fricciones, puede ofrecer un bloque gobernante con estabilidad y seriedad.

Por su lado el Frente Amplio y sectores sociales y políticos más amplios deben demostrar que recuperaron la capacidad de gobernar, de mejorar substancialmente el último gobierno del FA (2015-2020) y que además de su capacidad probada de oposición tiene ideas, proyectos, orientaciones y los candidatos y cuadros necesarios para que el país avance en los aspectos fundamentales. Y que superó el duro golpe del 2019, con la derrota electoral luego de 15 años de gobiernos de izquierda y/o progresistas.

La última encuesta (CIFRA) muestran una estabilidad,  con el FA con un 42% de intención de votos y la Coalición un 37%. Si estas cifras se comparan y se consideran a la luz del impacto de las políticas sociales, salariales, jubilatorias, de la salud y  sobre todo la interminable cantidad de hechos graves de corrupción y de acomodos de este gobierno y varios gobiernos departamentales, no hay por cierto que estar muy contentos y tranquilos. No hay proporción.

Las encuestas están jugando su papel, nadie se casa con ellas "de por vida", pero tienen su impacto en el panorama político y hay un dato que nadie desmiente: la intención de voto del FA es superior a la del 2019. ¿Cuánto mayor? ¿Le alcanzará para ganar? ¿En primera vuelta, con mayoría parlamentaria?

Las elecciones son un ciclo, en junio se votará en las primarias, sin voto obligatorio, en octubre en las nacionales para elegir la fórmula (Presidente y vicepresidente) y el parlamento nacional y eventualmente en noviembre el balotaje entre las dos fórmulas más votadas. El domingo 11 de mayo del 2025 se realizarán las elecciones departamentales, que no hay dudas que en el Uruguay tienen una destacada importancia política, que va más allá de la elecciones de gobiernos y legislativos departamentales y de alcaldes y concejales locales.

Será además de una batalla política, la más importante, una confrontación programática, de "relatos", de balances y de carácter ideológico. En un momento crucial de la situación internacional y regional, de grandes cambios y cuando la elaboración de la izquierda está muy lejos del nivel básico necesario. Incluyendo en el Uruguay.

Hay en amplios sectores de la izquierda una falsa ilusión de que la victoria está asegurada, que lo que hay que hacer es administrar el tiempo y esperar el momento y peor aún comenzar con el reparto y los acuerdos correspondientes. Grave error, que se puede pagar muy caro. Y lo digo alto y fuerte porque después no valen los lamentos.

La resolución de las alianzas adoptada por el Plenario del Frente Amplio del 2 de setiembre (1) es insuficiente, reducida y no tiene en cuenta aspectos históricos y políticos actuales. El FA no tiene la propiedad de distribuir a su gusto y antojo la condición necesaria para participar de los cambios, ni definir los límites rígidos y basados en sus propias limitaciones internas. O simplemente no entendió la situación, cosa que dudo. Me preocupa mucho más el retorno vigoroso de la obsesión por el poder.

Recorrer el país para escuchar a la gente, no se trata de prestar atención a un sector limitado y próximo de la ciudadanía, sino de tratar de interpretar a las mayorías nacionales, sus humores, sus preocupaciones, sus expectativas. Y no las nuestras.

No hay peor consejero en este momento que la soberbia, y la soberbia brota por todos lados. Desde el Partido Comunista, que por primera vez desde que yo tengo memoria - y son muchos años - cede ante un reducido grupo de sindicatos "radicales" (por llamarlos de alguna manera) y decide un texto para el plebiscito  sobre las jubilaciones. que es un tiro en los pies para las elecciones y mucho peor para después. Si por una de esa extraña situación se ganará el plebiscito en octubre, es un brete feroz para un futuro gobierno progresista, un brete reformista y disociado de las grandes y las principales tareas del cambio.

Si por casualidad se pierde - que es muy posible - limita y crea serias dificultades para que un futuro gobierno progresista impulse una ley que realmente cambie en un marco general de cambios la ley aprobada por este gobierno en materia de jubilaciones. Será presentada como que fue ratificada por un plebiscito. Un suicidio.

Pero no es el único, la resolución del Plenario del FA (incluso enfrentada por el Partido Socialista y el PVP) que para integrar el "bloque social y político de los cambios" lo único que no es necesario hacer es pedir el ingreso al FA, asombra. ¿Así que hay que aceptar el Programa del FA, aceptar lo que resuelvan las autoridades y la estructura del FA para gobernar, ir con el lema Frente Amplio, pero eso sí, no es necesario pedir el ingreso al FA y por lo tanto no tener ninguna posibilidad de incidir en las principales definiciones y resoluciones. Leer el documento del Plenario es un ejercicio que produce escozor. Para ser generosos.

Es decir que en el fondo retrocedemos y esa es la base para ampliar el bloque. Relean por favor el documento y vean si no suena a soberbia por los 4 costados.

Ampliar en serio en bloque de los cambios y no solo no moverse un milímetro en la amplitud sino retroceder en relación a definiciones anteriores e históricas del FA, es soberbia y un grave error político, para las elecciones y para gobernar. Si es que ganamos.

El FA en octubre y ni que hablar en noviembre, el balotaje - que es lo más posible que suceda-, no gana las elecciones con cualquier candidato, por más alianzas internas, conversaciones y acuerdos que se tejan, en Montevideo, en Salto o en la isla de Flores.

Tendríamos que haber aprendido que todo se juega en las internas, incluso fuera del pueblo frenteamplista, que es solo una parte del electorado, aunque sea la más numerosa, no lo es todo, ni puede imponerse al todo.

Hay un tal clima de conversaciones, acuerdos, negociaciones, pequeñas maniobras que ocultan el problema general, hay un buen trecho para recorrer si queremos ganar y hay un buen espacio que no está decidido y nos puede dar flor de sorpresa. Lo que sorprende es que la danza de cargos ya comenzó públicamente, por la prensa, en primera página.

Mi prioridad política absoluta y declarada es que se vaya este gobierno, esta coalición, que sea derrotada tanto política como ideológicamente y les digo que sumando errores como el plebiscito, como la resolución del Plenario del FA, que limita totalmente la posibilidad de ampliar el bloque de los cambios, subestima al conjunto de la ciudadanía y alimenta los tejidos internos y los enroques y acuerdos dentro de la pecera, vamos mal. Aunque las encuestas hayan mejorado en relación al 2018 y 2019, cuanto estábamos realmente muy mal.

Los problemas de la izquierda para ganar no los va a resolver la derecha con sus errores, horrores y hasta barbaridades.

Las elecciones están bastante lejos de estar ganadas. Lo digo con gran preocupación, pero con tranquilidad, no aspiro a ningún cargo, a ningún nivel. No sé cuántos puedan decir lo mismo.

 

(1)          Marco político para el desarrollo de las alianzas

Luego de 15 años de gobiernos del Frente Amplio donde se obtuvieron grandes conquistas que mejoraron la calidad de vida de los uruguayos, las Elecciones de 2019 marcaron el inicio de una restauración neoliberal de la mano del herrerismo y sus socios de la coalición. De cara al 2024, donde la ciudadanía deberá nuevamente elegir su futuro, la historia vuelve a llamar a las fuerzas de izquierda, progresistas y populares a construir una nueva síntesis, a elaborar una propuesta de transformaciones sobre la base de principios y valores comunes, a renovar votos para la forja de un país que retome el camino hacia el desarrollo con justicia social sobre la base de conjugar como gran objetivo estratégico y transversal la transformación de la matriz productiva, junto a una perspectiva ambientalista donde el compromiso con el fortalecimiento democrático, con la protección de los recursos naturales y con el cuidado de la vida, sea un eje fundamental.

Hoy en día, la máxima artiguista que dice "no tengo más enemigos que los que se oponen a la pública felicidad", vuelve a cobrar vigencia notoria a partir de la profundización de la pobreza y la desigualdad, que padecen amplios sectores de nuestra población.

Desde 2020, cuando asumió el gobierno de Lacalle, fuimos testigos de la consolidación de un país al servicio de las minorías. Un país que lejos de generar transformaciones apostó por un modelo caduco que además favoreció exclusivamente a un sector minoritario de la sociedad. Es el país de los "malla oro". Una consigna utilizada sin tapujos por el propio presidente que terminó siendo -nada más ni nada menos- que la razón misma de las políticas delgobierno.

Las pruebas son evidentes, en un período donde hubo crecimiento económico hubo también una mayor concentración de la riqueza. Aumentó la desigualdad, hubo pérdida de poder adquisitivo, una carestía sin precedentes y detrás de todo eso: la pobreza infantil, que es uno de los grandes flagelos que tiene nuestro país, porque junto a ella viene de la mano un triste destino para las futuras generaciones.

Pero en este país de los "malla oro" no solo los trabajadores y los sectores más vulnerables fueron los más perjudicados. Amplios sectores integrantes del aparato productivo, como pequeños y medianos empresarios y otros sectores que todavía apuestan a desarrollar la industria, fueron afectados por esta reedición de las políticas neoliberales que tanto daño nos hicieron durante la década del '90 y los primeros años del siglo XXI.

Esta realidad nos llama a quienes nos identificamos dentro de un abanico de izquierda, progresista y popular, pero en particular dentro del Frente Amplio, a volver a ampliar nuestra mirada. A convocar otra vez una nueva mayoría que pueda poner el foco y transitar un camino de unidad capaz de resolver los grandes dramas que hoy penden sobre del país y su gente y así lograr de una vez por toda la transformación del Uruguay.

De esta forma asumiendo este compromiso político se acuerdan las siguientes bases:

1) Establecer como condición indispensable un acuerdo programático y electoral    que abarque a las distintas fuerzas políticas que se sumen a este proyecto político. Fuerzas políticas que coincidan en una misma perspectiva sobre los problemas del país y se planten como una alternativa de cambio de izquierda, progresista y popular para las próximas elecciones.

2) Esta política de alianzas deberá se representativa del "Bloque Social y  Político de los cambios" conformado por aquellos sectores que han sido perjudicados por las políticas neoliberales de este gobierno y deberá mantener estrecho diálogo con la sociedad civil organizada.

Para ello resulta fundamental que este bloque cuente con las mayores adhesiones.

3) Este acuerdo programático y electoral deberá trascender más allá del proceso electoral. En este sentido apostamos a consolidar este espacio como un instrumento de diálogo, acuerdo, acción y cambio fundamental para el futuro del Uruguay.

4) En lo electoral y programático tenemos la intención que el acuerdo se proyecte más allá de lo nacional llegando incluso a lo departamental y municipal.

Resultando fundamental en esta etapa que este instrumento político pueda adentrarse en los problemas y en las realidades locales.

5) La presentación jurídico electoral del acuerdo se realizará con el lema Frente Amplio. Los candidatos/as comunes y todos/as aquellos/as electos/as bajo la referida alianza asumen el compromiso político de llevar adelante las acciones necesarias para el cumplimiento del programa del Frente Amplio y garantizar la unidad de acción. Las personas electas o designadas a partir del acuerdo, estarán alcanzadas por los mecanismos de decisión que la organización se ha dado en los diferentes ámbitos en los que se desempeñaránEl acuerdo no implicará la obligación de afiliación al Frente Amplio.

PLENARIO NACIONAL DEL FRENTE AMPLIO