por STEFANO CASINI

La exitosa y realmente asombrosa película “La sociedad de la nieve” que compite en el Premio Oscar como mejor película extranjera por España, provocó, en las últimas semanas, una serie de patéticas polémicas también en el mundo político.

Esa tragedia, que fue una de las primeras noticias que transmití por CX Radio Vanguardia en mi vida periodística, fue, seguramente, una de las más importantes provenientes de Uruguay en la historia de la comunicación. La pérdida del avión y la suspensión de las operaciones de rescate, obviamente, fueron más noticias “locales”, sin embargo, cuando los 16 sobrevivientes aparecieron vivos después de 72 días en los Andes, la noticia recorrió el planeta y tuvo una repercusión global. Sobrevivir a más de 5000 metros de altura, en medio de la nieve, viento, tormentas y constantes temperaturas bajo cero sin casi ningún recurso por más de 2 meses, fue una historia de vida que inspiró libros, documentales y largometrajes a nivel planetario, hasta hoy.

Claramente, habiendo ocurrido en el año 1972, cuando no había celulares, no había alta tecnología, el mundo de menos de 4000 millones de habitantes (hoy superamos los 8000), no podía creer como un grupo de jóvenes, podía haber sobrevivido a una catástrofe como la de los Andes. A las 24 horas de la gran noticia, recuerdo que los medios de comunicación habían informado sobre la posibilidad de una supervivencia por canibalismo y mucha gente, en el contexto de hace medio siglo atrás, había “pensado mal” de estos héroes sobrevivientes! Hoy, con los grandes cambios que vivimos también en términos de DDHH, con 105 géneros registrados, además de hombre y mujer, con el cambio climático y los colectivos de todo tipo, la palabra “canibalismo”, en este caso, tomó, finalmente, el sentido humano y casi sublime que refleja la palabra “supervivencia”.

Cuando un político de la oposición insinuó despectivamente en catalogar a los que sufrieron la peor de las experiencias de un ser humano, como unos “chetos de Carrasco”, el coro adverso fue total, tanto que tuvo que pedir disculpas publicamente y, como sucede siempre, repetir la clásica frase “no era mi intención de…..”!

Para poner en contexto lo que significó una hazaña como esta en el día de hoy, más allá que, como dijeron los mismos protagonistas, hoy los hubieran rescatado en un máximo de 48 horas, vayamos al año 2010, cuando, con mucha más tecnología a disposición, en Chile se rescataron a 33 mineros que habían quedado a cientos de metros de la superficie. Para tener una idea de lo que podría provocar hoy la tragedia de los Andes, ese 22 de agosto de 2010, el día del rescate de los mineros, la televisación tuvo una audiencia tan grande a nivel planetario que solamente había sido superada por un espectáculo de Michel Jackson, con 1.400 millones de televidentes (el aterrizaje del hombre en la Luna había sido seguido por 300 millones en 1969).

Sin duda alguna, la denominada “Tragedia de los Andes” ocupa un lugar no anecdótico en la historia uruguaya, sino una flor en el ojal de lo que significa “luchar por la vida”. Los inimaginables momentos que estos jóvenes protagonizaron hace más de medio siglo, son parte de la historia de nuestro país. Nadie, en su sano juicio, podría politizar una tragedia, llevarla a alturas tan bajas como para catalogarlas más allá del crudo hecho.

Lo que me parece destacable es una hipótesis que, seguramente, muchos lectores podrán compartir. ¿Que hubiera pasado si, en ese avión, en lugar de 42 personas unidas por principios, valores, religión, virtudes, cuerpos atléticos de rugbiers, conceptos básicos de medicina, cultura, conocimiento y la desesperación por la supervivencia, hubiera viajado la banda de “Los pibes chorros” con sus parientes? A mi se me ocurre que nadie hubiera sobrevivido!