por STEFANO CASINI

Es un año difícil o, por lo menos, complicado este 2024. Tenemos elecciones políticas en la friolera de 75 países, incluyendo el nuestro o Estados Unidos y, en este mundo a tantas velocidades, se nos complica cualquier tipo de análisis. Es por eso que parafraseamos una película que puso a Uruguay nuevamente en el mapa mundial, lo puso en La Sociedad de las Nubes!

La paridad en las encuestas es tal que hoy, aventurarse a hacer pronósticos o afirmaciones de quien va a ser el próximo gobierno electo, es, minimamente, una apuesta tipo la grande de fin de año!

Al desaparecer, por una cuestión de edad, los grandes líderes políticos, surgen más dudas que certezas en las cabecitas de los votantes. Por un lado ya no son candidatos los Sanguinetti o Mujica, aún en vida, que igualmente hoy siguen influyendo sin demasiado peso, por otro, no hay reelección en nuestra Constitución.

Por el lado del oficialismo las posibilidades claras se reducen a 2 (Delgado y Raffo) y por la oposición, otras dos (Orsi y Cosse), a pesar que, en más de una ocasión, los mismos agentes u operadores politicos, se encargaron de ningunear serias propuestas como las de Gandini, Gurméndez, Bergara o Lima.

En las dos veredas, por ahora, la distancia intencional entre los candidatos uno y dos, son importantes y, lamentablemente, por esa vieja ley turfística que se apuesta más por el que pueda cruzar el disco primero, las probabilidades de los “partidos o candidatos menores” se ven seriamente afectadas.

Álvaro Delgado aparece en la Coalición Multicolor como el “caballo del comisario” y, del otro lado, Yamandú Orsi, está en similares condiciones.

Las rencillas internas, a esta altura, son bastante débiles como para dar vuelta los resultados, sin embargo, dentro del FA, con la participación de los dos intendentes de los 2 mayores departamentos del país, hay un claro acercamiento de Carolina Cosse a la candidatura “cantada” de Yamandú Orsi. ¿Cuales son los principales impedimentos filosóficos de estos candidatos? Orsi, con el apoyo directo y poco estratégico del Patriarca Mujica, se asoma como el más idóneo por ser más conocido en el interior (según el Pepe), sin embargo, Cosse tiene, detrás de ella, el aparato más organizado de la coalición de izquierda, el viejo PCU, que, a pesar de no tener la mayoría de los votantes, sí tiene, como lo tuvo historicamente, la plataforma más fuerte y el núcleo duro del FA. Esto, sin dudas, podría influir positivamente para que la Intendente de Montevideo, se acerque a Orsi. Si tuviera que hacer una crítica al FA, me da la sensación que los dos candidatos fuertes, siguen hablándole a sus votantes cantados, dejando de “pescar” por otros lados.

En el oficialismo pesa hoy muchísimo para el bien de Delgado, el trabajo del Presidente de la República que, estadísticas en mano, recorre, se muestra, de forma similar a la Intendente de Montevideo, como un “inaugurador compulsivo” y sigue teniendo una popularidad elevadísima en la población, después del obvio desgaste de más de 3 años de gobierno, COVID, sequía, escándalos, etc., empatizando con casi la mitad del electorado.

Si me piden una crítica al gobierno, les diría que podrían y deberían rendir más en: comunicación a la población de sus logros, no haber cumplido con las promesas electorales, hasta un poco ridículas, de “se terminó el recreo” y, sobre todo, olvidarse que el 10% de todo el electorado, votó Cabildo Abierto, sin el cual, hoy Lacalle Pou no sería el Primer Mandatario. Ese CA que se parece más a un FA de derecha que, en caso de encontrarse insatisfechos sus cabildandes con las promesas no cumplidas, podría volcarse naturalmente, al otro tipo de populismo.

En política, una de las peores palabras es “continuismo”, sin embargo, entre 2005 y 2020, esa palabra fue la que llevó al Frente Ámplio recorrer 3 períodos de gobierno consecutivos. Con números relativamente positivos, el partido de Tabaré y Mujica, logró sendas victorias, manteniendo una mayoría parlamentaria que le permitió llevar adelante “parte” de sus planes de campaña, a pesar que, en la última presidencia de Tabaré, muchas promesas quedaron en el debe y le costaron la derrota en 2019.

Para cualquier analista político, nadie podría ignorar que, por tener una pirámide demográfica poco atractiva y con muchos “over 60”, el ADN charrúa impuesto por el socialista-colorado Pepe Batlle de “estado fuerte, muchos empleados públicos, muchos planes sociales, mucha falsa solidaridad etc.siguen siendo las armas que ningún político puede dejar de lado. Así lo demostró también el Presidente Lacalle Pou, presente, coherente, directo, trabajador como pocos que, tuvo una impronta tan “batllista” (si me escucha me mata) que no pudo destapar demasiados casos de corrupción de gobiernos anteriores, más allá que tuvo muchos casos salpicando en su entorno.

Hablando con colegas de otros países, muchos se mostraron asombrados por el poco trabajo de Fiscalía para aplicar la Justicia, sea por la corrupción del pasado, que por la del presente, a pesar que, los políticos de nuestro país son bebés de pecho si los comparamos con los de Argentina, Venezuela, Brasil, Colombia, Perú, Ecuador etc., donde las salpicaduras llegaron a todo nivel institucional y político, provocando hasta caídas de gobiernos, o, en el caso de Argentina, un cambio de paradigma.

Todos sabemos que las encuestas son fotos del momento. Entonces la pregunta es: hoy, a menos de 1 año de asumir el próximo Presidente, ¿que podría pasar para que una de las dos coaliciones pueda ganar holgadamente? Yo no tengo respuestas! Estamos en la sociedad de las nubes!