por ESTEBAN VALENTI
MONTEVIDEO - Con las cifras de votos, los porcentajes y las respectivas interpretaciones estaremos todos sepultados por algunos días. Esperaremos que las Encuestadoras que trabajan con nuestra confianza, den sus explicaciones. Y trataremos de responder algunas interrogantes que son a nuestro entender fundamentales para mirar el pasado y el futuro. Lo dramático sería que nos quedáramos con la alegría o la amargura y, sobre todo que todo quede atrapado entre los dirigentes, los aparatos o los intelectuales de la política.
Nadie puede atribuirse la capacidad y la sensibilidad de escribir o hablar desde la gente, desde las mayorías populares, es demasiada soberbia. Pero hay, si hay, diferentes puntos de vista y no son solo intelectuales, especulativos, tienen que ver con la vida de la mayoría de los uruguayos.
Yamandú Orsi y Carolina Cosse ganaron las elecciones y a partir del 1 de marzo ocuparan la Presidencia y la Vice Presidencia, con mayoría de 17 senadores en 31 y 48 diputados en 99. Es la primera vez en la historia que el Frente Amplio asume el gobierno sin mayoría legislativa.
No asume en un país devastado por la crisis o sus secuelas, como en el año 2005, o la Intendencia de Montevideo de 1990, asumirá luego de un pésimo gobierno, que aplicó hasta el fondo sus convicciones de clase e ideológicas, en la economía y sus consecuencias sociales, educativas, en la salud, en la inseguridad y la cultura, con un conductor indiscutido e implacable, Luis Lacalle Pou. Un político con una capacidad de trabajo, de comunicación con la gente, de promoción de su pobre obra como no hubo otro desde la caída de la dictadura y que tiene como su plan maestro volver a presentarse como candidato en el año 2029. Para eso fueron las generosas encuestas de apoyo a su persona desde hace años y que no se condicen en absoluto con los resultados ni de octubre ni de noviembre. Otro misterio.
Un personaje que aplicó como ningún otro presidente de la derecha su plan, su metodología y que está encima de la media en inteligencia, en astucia y en liderazgo de todos los anteriores presidentes de la derecha, post dictadura. No en su nivel cultural. Y no es un detalle.
No logró cumplir el sueño centenario de los blancos: ganar dos gobiernos seguidos, pero al menos sus principales dirigentes se aseguraron una cómoda supervivencia y la financiación de su próxima campaña. En abundancia y como expresión de su ADN, de su propia concepción del poder desde hace muchas décadas y generaciones.
La Coalición tratará por todos los medios de seguir existiendo a pesar de Guido Manini Rios y de los militantes y algunos dirigentes colorados e independientes, que se van agotando en el papel de simples escuderos de los blancos, incluso teniendo que pagar sus inmoralidades.
Asume un gobierno de izquierda y progresista, que recambió sus principales cuadros, donde no queda ninguno de los grandes líderes originales, al menos en la actividad permanente y que demostró que era capaz de construir una fórmula adecuada, maltratarla bastante en la campaña electoral por nosotros mismos y simultáneamente confirmar que la falta de cuadros políticos en todas las filas y de cuadros profesionales y de gobierno es realmente preocupante. ¿Por qué sucede esto? Trataremos de dar nuestra respuesta en la columna del miércoles 27 de noviembre, la próxima.
Una de las claves indiscutidas de la victoria de la izquierda, fue el trabajo impresionante en todo el país de su formula y la simpatía que despertó siempre Yamandú Orsi, sobre todo hasta octubre.
No hay resultados justos o injustos, pero si se puede preguntar si los números, la victoria por un 4% de diferencia, muy superior a la vaticinada por casi todas las encuestadoras, es la correcta y necesaria.
Ganar es siempre ganar y tiene su enorme importancia festejada por cientos de manifestaciones en todo el país, pero interrogarse sobre estos temas, es obligatorio a menos que en la izquierda nos resignemos a ser un simple andamiaje electoral.
La victoria se construyó en primer lugar sobre el fracaso, los errores y la decadencia del país impuesta por el actual gobierno. Este es un elemento fundamental.
Pero hay que reconocerlo y decirlo fuerte, no fue proporcional, es una medida de la temperatura ideológica, cultural y política del país que debemos atender. O mejor dicho deberían atender los dirigentes, los partidos, con sus propias interpretaciones.
En la batalla ideológica y cultural, correspondiente a la sensibilidad media de los uruguayos, la derecha logró envenenar una enorme parte de la sociedad, logró que sus inmoralidades, sus acomodos, sus corrupciones pasen a un tercer o cuarto lugar. Y eso es grave.
No por la cantidad de plata que se embolsaron, de nuestra plata, lo que muchas veces es la mirada reduccionista y misérrima, sino a un capital mucho mayor: la sensibilidad y la decencia media de la sociedad uruguaya, frente a un gobierno que batió todos los record en materia de inmoralidades. Acostumbraron y nos acostumbraron a ese nivel de degradación institucional y amoral.
El tema moral no está entre las prioridades de los uruguayos. Si en el próximo gobierno y luego de la experiencia de los 15 años anteriores, no se produce un cambio RADICAL y la batalla por la transparencia, por la honestidad, por el cuidado de las instituciones y de la plata de los uruguayos no figura entre las prioridades tangentes del futuro gobierno, habremos definitivamente perdido un centro de la batalla cultura de la izquierda uruguaya. Seremos muy parecidos a ellos.
Yo apoyé desde 2021 a Yamandú Orsi, cuando apenas figuraba y la mayoría de la ciudadanía no lo conocía en todo el territorio nacional, por dos razones: buen gobierno-administración en Canelones y moralidad, incluso y en particular cuando los nuestros se pasaban de listos. Si durante su gobierno nacional no es todavía más exigente, fracasaremos estrepitosamente. Aunque ahora esa no sea una prioridad para los votantes uruguayos. Esa sería una derrota para la izquierda. A nadie de la fórmula o del futuro gobierno, le votaron un cheque en blanco o cosa parecida.
Necesitamos crecer, todos lo repiten con diferentes palabras, incluso dentro de la izquierda, no quiere decir lo mismo. Crecer con un Proyecto Nacional claro y definido, que no tenemos todavía, a partir del círculo virtuoso y obligatorio de una redistribución en constante mejoría, que ayude a crecer.
Necesitamos ideas, organizadas, coordinadas, distribuidas en el territorio y aprovechando las capacidades del país y con una cuidado extremo del ambiente. Eso no es un listado amplio o pequeño de medidas, es un Proyecto Nacional, en avance y cambio constante y con cuadros capaces de ejecutarlo sin caprichos y con rigor. Tenemos que aprender de nuestros errores, porque primero los paga la gente, siempre los humildes, en su postergación, y después la izquierda en sus derrotas. Recordemos, no tapemos la cruda realidad con nostalgias y canciones. No tuvimos tres gobiernos iguales del FA y perdimos en primer lugar por la parálisis del tercer gobierno en casi todos los frentes. ¿Qué no es hora de recordarlo y que todo debe se alegría y revoloteos? ¿Entonces cuando? ¿Como podremos cumplir?
No tenemos mayoría en la Cámara de Diputados y se terminó esta dura, despiadada campaña electoral y vienen momentos de arrumacos, pero lo que no podemos hacer es perder nuestros principales compromisos de cambiar, en serio a fondo. No venimos a administrar mejor, sino a darle otra orientación al país y a su sociedad.
La peor derrota ideológica y política sería asumir que tenemos límites bien cortitos, poco profundos, bien acotados.
Una última reiteración: No somos todos los mismo, ni nunca lo fuimos, ni las mejores cosas en este país vinieron cuando estábamos todos unidos. Eso es falso, no es parte de nuestra historia, ni en el nacimiento de la Patria, ni en la construcción del más avanzado estado del bienestar de este planeta, ni para salir de la dictadura. Y podría mencionar decenas de ejemplos. NO SOMOS TODOS LO MISMO. Y LA PRIMERA EN SABERLO ES LA MAYORIA DE LA GENTE, LA NUESTRA Y LA DE ELLOS.
No fueron los mismos los que votaron el domingo en el Cerro, la Teja y los de Punta Carretas y Carrasco. Aunque mucha gente no piensa solo con su bolsillo y tiene la sensibilidad para entender que solo si al país y a la mayoría de su gente le va bien, puede ser feliz.
No son lo mismo algunas decenas de miles de dirigentes de la derecha que la gran mayoría de sus votantes, incluso muchas decenas de miles de gente humilde, sufrida, valiosa y honesta.
Pero no me vengan con la deformación histórica, política y cultural que somos todos lo mismo. Esa es la principal bandera de los inmorales, de los que gobiernan para las minorías, de los que agreden las instituciones republicanas.
Y mirando alrededor recordemos siempre que "Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo". (Albert Camus)
Esteban Valenti