por STEFANO CASINI

Es sabido que el MPP, por sí solo, sigue siendo el partido mayoritario dentro del FA, alcanzando casi la mitad. La receta de este “transformismo” político la creó su fundador, José Mujica. Luego de haber logrado separar del partido al fundador histórico Liber Seregni que se alejó en 1996 por no estar de acuerdo con tener entre sus filas a ex terroristas, el mismo Tabaré Vazquez, último caudillo frenteamplista, se dio cuenta que, sin el MPP no se podía alcanzar el poder a través de las urnas.

Un partido fundado por un tupamaro, obviamente, no podía dar las garantías totales de democrático y republicano, así que el titiritero del Partido Colorado Sanguinetti, al constatar que el FA era el partido más fuerte, allá por el 1996, cambió las reglas de juego electoral con el balotaje.  Luego de la victoria de la primera coalición blanca-colorada entre Jorge Batlle, que resultó Presidente y Lacalle Herrera, Tabaré sabía que, tarde o temprano habría llegado al sillón presidencial y lo hizo con mayorías absolutas en 2004.

El MPP, desde su fundación, siempre fue el pilar ideológico del FA que, junto con la muy aceitada maquinaria del PCU (aúnque en otras épocas se odiaban), logró el gran empujón para que Tabaré resultara Presidente sin discusiones, así como Mujica y de nuevo Tabaré.

Fue a partir del 2004 que el Pepe comenzó a construir su telaraña filosofica para transformar su MPP en un partido moderado. Sabía y conoce muy bien ese ADN batllista de los uruguayos y comenzó a rodearse de moderados, tipo Vaillant, Juan Raúl Ferreira antes,  u Orsi, Bergara o Blanca Rodriguez en las últimas etapas. De todas formas siempre mantuvo a su lado a los históricos, sus ex compañeros tupamaros (Bonomi, Rosadilla, Agazzi, Bretchner o el Pacha Sánchez, declarado tupamaro, a pesar que, cuando los terroristas actuaban, no había ni nacido.

Este recorrido que para algunos podría parecer diabólico y que solo podría ser considerado coherente para un ávido de poder, no solamente convenció a los uruguayos, sino que también le ha dado al FA una gran fuerza. En los papeles tenemos dos partidos de extrema izquierda como MPP y PCU al mando del partido y una minúscula parte de románticos de la ex moderación de Seregni, Zelmar o Astori que hasta se atrevieron a decir abiertamente “Finalmente ganó el Batllismo”, poniendo la cara de José Batlle y Ordoñez en algunoscomunicados. Lo mágico es que Mujica logró que estos 2 partidos de extrema izquierda sean vistos como moderados batllistas, un transformismo imposible de imaginar pero que el Pepe logró imponer hace más de 1 siglo en el ADN oriental. No tengo dudas que, si Batlle y Ordoñez estuviera vivo, no votaría el Frente Amplio, pero, tampoco puedo ignorar que, como estratega político, el Pepe sigue siendo el Número UNO.

Tengo el presentimiento que el gobierno Orsi no tendrá nada que ver con el primero de Tabaré, con el único de Mujica o el segundo de Tabaré. No solamente deberá “surcir” muchos acuerdos por una debilidad estructural en la Cámara, sino también para mantener vivo ese ADN batllista, ese Estado fuerte pero (ahora) competitivo, no podrá subir los impuestos, como prometió en el debate, no podrá superar un 5% de inflación anual ni podrá aumentar un 7% la desocupación, deberá hacer acuerdos con cualquier país con el fin de aumentar las importaciones y exportaciones del país, en pocas palabras, deberá manejar esa macro-economía muy fiable y sólida que le dejará Luis Lacalle Pou con su 51% de popularidad, casi la misma que había impuesto Astori.

Tendrá que manejar una postura extremadamente delicada dentro del MERCOSUR que está por firmar un acuerdo de Libre Comercio histórico con la UE defendiendo, como lo hizo el actual Presidente, a su país y ninguno más. Deberá seguir haciendo negocios, con China, con Irán, así como con Estados Unidos, Italia o Francia. Estando en el medio de los mayores países del continente, si se pone del lado de Lula chocará con Milei y viceversa (imposible). Tendrá un panorama endeble y solamente podrá salvar el país, una guerra extendida para que podamos aumentar la venta de comodities (recordemos como se favoreció Uruguay, en la primera y segunda guerra mundial, especialmente los frigoríficos).

No hay dudas que Orsi, junto a los presidentes de Chile, Perú, Colombia, Brasil y, en parte Bolivia, tendrá una cierta tendencia al dialogo más “alineado”, sin embargo, con un Brasil que devalúa y se encuentra en una delicadísima situación económica, no tendrá mucho margen de error. Tendrá que “imitar”, en cierto sentido, a sus  predecesores del FA y de la Coalición: o sea ser muy condescendientes con los escándalos políticos. Mientras que Tabaré, por 2 años, sostuvo que le hacían bullyng a su Vice que resultó formalizado, Lacalle Pou y varios dirigentes de la Coalición, por casi 1 mes “trataron” de defender casos como el de Germán Cardozo, Penadés, Astesiano o Caram, mientras que el FA tuvo que sufrir con Bengoa, Calloia, Lorenzo, Zendolla, casos de violencia doméstica, “inventos” de títulos, Placeres, Pato Celeste etc. etc., en pocas palabras, hay castas que nadie puede tocar: el único castigo es la muerte política.

Lo único que espero es que Mujica siga viviendo con salud mental hasta las próximas elecciones, que llegue a los 100 siendo un norte para los frenteamplistas. No veo grandes líderes, excepto Orsi, que puedan mantener la correa puesta a Andrade, Castillos, Abdala o la misma Cosse. Tabaré sabía hacerlo a la perfección, pero ya no está! Si a Orsi le va bien, le irá bien a cada uruguayo. Seguir con los discursos “grietosos” de algunos blancos, colorados o cabildantes, solamente serán balas en sus pies. El FA ganó comodamente en las urnas. Hay que dejarlo gobernar y colaborar. La única forma de encaminar un país hacia un sano y distinto bipartidismo.