Gente d'Italia

La muerte, simplemente la muerte

por ESTEBAN VALENTI

Si hay vida es porque inexorablemente hay muerte en el otro extremo, Los seres humanos somos los únicos que tenemos conciencia adulta y permanente de la muerte inevitable.

Sin la muerte, no habría épica, ni aventura, ni arte, ni creación.

La única constante de toda la historia de los seres vivos y en particular los humanos, son esas seis letras. El hilo conductor de la historia no es solo la escritura, sino la guerra y la muerte, son inseparables.

La muerte es la madre de los mayores ritos, los más espectaculares y lujosos a lo largo de los tiempos. O es un hoyo en un campo de batalla o en un cementerio.

No lo reconocemos, pero es el miedo más profundo, más terrible, más voraz y más inútil.

No es un miedo solo personal, es sobre todos los que queremos. Ese miedo es la parte más infeliz de la existencia humana.

Todas las religiones, las grandes, las pequeñas, las sectas, todas, absolutamente todas se basan en la muerte. La vida es en definitiva un interregno entre la nada y la muerte y sus diferentes significados. Es el puerto con la mayor cantidad de interpretaciones.

La constante de todas las historias ha sido producir muertes, muchas muertes y sobre ellas escribir los relatos. Es la llave de todas las construcciones históricas.

La grandeza, las miserias, los horrores, los esplendores de todas las civilizaciones están basados en su capacidad de matar, de morir, de honrar la muerte.

Producir la muerte ha sido desde que salimos de las cavernas o bajamos de los árboles el motivo de la mayor, más constante y sofisticada fuente de invenciones y de producción de objetos, de sistemas, de protecciones, de todo.

Si nos hubiéramos resignado a la muerte natural, no habríamos progresado, creado, avanzado a pasos incontenibles en todas las ciencias y tecnologías.

La felicidad si existe, si es constante o un instante, se basa en su relación con nuestra muerte o de las de nuestros seres próximos. Maldita muerte que se lleva a nuestros seres amados.

Nuestra imaginación sobre el futuro, sobre las próximas generaciones, casi siempre trágicas, tienen a la muerte como su principal estandarte.

Hemos llegado a utilizar a las religiones para condenar a nuestra propia voluntad de morir y ahora discutimos como asistirnos en ese último paso de nuestra vida. La muerte es una libertad, un derecho.

Ni los más grandes pensadores, los más creativos han logrado sacarle a la muerte su sentido trágico, darle su sentido natural.

El amor es sublime porque existe la muerte.

El pasaje de un lado al otro de la muerte, no tiene tiempo, pero se ha relatado de mil maneras y con la mayor carga de misterios.

Sin la muerte no habría dioses en ninguna religión actual o en la historia.

La mayor cantidad de objetos diferentes creados por los seres humanos tiene que ver con la muerte. Es casi infinita.

La procreación, la recreación del ser humano tiene su valor por la existencia de la muerte.

La valentía, el coraje son hijos dilectos y directos de la muerte.

Se puede llegar en puntas de pies o a toda música pero se llega al mismo idéntico lugar.

La música fúnebre es una creación de los vivos para otros vivos.

Una banalidad: la riqueza extrema, obscena, estrepitosa la más grande de todos los tiempos y no se puede llevar nada al otro lado.

La muerte es la herramienta democrática más poderosa, toca a todas las puertas.

Todos somos diferentes en vida e idénticos en la muerte.

La muerte es el soplo más potente de todos, borra todo.

Las peores imágenes creadas por los vivos son de algo que nunca conocieron.

Qué triste sería la vida si supiéramos cuando termina.

Hemos inventado mil maneras de sobrellevar la muerte, las más elocuentes, ingeniosas todas inútiles.

La muerte no tiene ninguno de los sentidos.

El amor sin la muerte sería una banalidad.

La poesía es una hija dilecta de la muerte.

La muerte es siempre nocturna y oscura aunque se produzca en el desierto con un sol calcinante

Los mayores monumentos construidos por los seres humanos  son todos para la muerte

En el instante que se termine la muerte no quedará nada, absolutamente nada.

La muerte no es generosa ni avara es todo responsabilidad de los vivos.

Lo único eterno en el universo es la muerte, miles de millones de años no es la eternidad.

La muerte no mejora ni empeora a nadie, son los vivos que se atrincheran detrás.

Los seres humanos hemos sido y seguiremos siendo los mayores productores de muerte, entre nosotros, los animales y los vegetales.

Sin muerte no habría filosofía, ni antropología, ni biología ni muchas otras creaciones humanas.

Del papel de la muerte en cada civilización dependió siempre su humanismo y su sensibilidad o su ferocidad.

La muerte es utilizada para las peores acciones humanas y para defenderse de ellas.

Es por estas y otras millones de razones que nos cuesta tanto soportar y simplemente pensar en la muerte.

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