por STEFANO CASINI
Desde la bomba de Hiroshima en adelante, la humanidad asoció la energía nuclear con lo peor que le pudo ocurrir a la ciencia. Otro acontecimiento que enlutó la URSS fue Chernobil en 1986. Hay muchos países que ensayaron la utilización de esta poderosa energía para generar energía eléctrica: como ejemplo podemos citar la central nuclear que construyeron los estudios Disney en la década del '70 para abastecer el mayor parque temático del planeta: World Disneyworld.
Pero, por suerte, la ciencia avanza y en las últimas décadas a pasos agigantados. Algo nuevo, diferente y prometedor se mueve en el frente de la energía obtenida de la fusión nuclear, que, en realidad, es la misma que ha mantenido encendidas las estrellas.
En los últimos 15 años se multiplicó la investigación para indagar en los aspectos básicos, especialmente la ingeniería para dominar el desafío en el frente privado, donde nacen actividades inéditas que modifican el curso de los acontecimientos, acelerándolos, sobre todo, desarrollando la tecnología necesaria para un desarrollo más seguro.
Fondos de inversión y grandes empresarios están dedicando recursos económicos para llegar a disponer de reactores de fusión que puedan generar energía sin producir residuos radiactivos a largo plazo: son los llamados reactores de fisión.
Nuevos fondos reviven la investigación: desde el fundador de Microsoft hasta el inventor de Amazon, los super ricos invierten en reactores que prometen una producción limpia e inagotable. Entre los países más comprometidos en este nuevo sector de generación limpia de energía, encontramos ea Italia "Pero pensar que es comercializable en 2025 es difícil", explicó Alessandro Dodaro de Enea (Ente per le nuove tecnologie, l'energia e l'ambiente).
Para desarrollar este cambio sin precedentes, la mayor empresa se llama Fusion Industry Association, una asociación estadounidense de entidades y empresas involucradas en el sector, que recauda inversiones de miles de millones de dólares detrás de las cuales encontramos personalidades como Bill Gates (que financia en paralelo un fisión central con tecnología segura), Jeff Bezos y George Soros.
Su entrada en este mundo casi de ciencia ficción, aportando capital del que sacar, obviamente, beneficios en un tiempo razonable, demuestra que la actual situación puede adquirir características diferentes a las del pasado.
Entre las empresas que salieron a la cancha de este nuevo y difícil desafío encontramos la canadiense General Fusion, que comenzará en junio la construcción en Culham, Gran Bretaña, de un reactor que promete la construcción de una máquina comercial para 2025.
Otro ejemplo es Tae Technologies que invirtió 880 millones de dólares con el apoyo de Google y Goldman Sachs. Hasta el ENI (Ente Nazionale Idrocarburi) está apoyando, desde Italia, este nuevo emprendimiento con gran compromiso.
En setiembre, el grupo italiano San Donato anunció la primera prueba de imanes con una tecnología que utiliza una nueva aleación de materiales superconductores, capaces de soportar campos magnéticos elevadísimos, sin embargo, el mejor resultado lo obtuvo Commonwealth Fusion System (Cfs), de la que Eni es el principal accionista. Con el innovador material, la primera planta experimental Sparc nacerá en 2025 para llegar a un reactor comercial a partir de 2034. Bob Mumgaard, CEO de CFS, dijo que los fondos privados ya alcanzaron los $ 2.4 mil millones.
"Lo que sucede con los fondos privados es importante porque su presencia significa que la perspectiva se considera prometedora y no más lejana en el tiempo", dijo Alessandro Dodaro, director del departamento de fusión y tecnologías para la seguridad nuclear de Enea y representante italiano en el Consorcio Eurofusion formado por 28 países. "La señal es buena. Pero también estoy preocupado. Los empresarios buscan resultados económicos a corto plazo y me parece difícil imaginar que la producción de energía de fusión se ponga en el mercado ya en 2025 como algunos hipotizan".
Se apunta a construir una especie de rosquilla en la que el plasma, una especie de gas, se calienta a temperaturas en torno a los cien millones de grados y se mantiene alejado de las paredes que podrían derretirse en un segundo, gracias a la fuerza de los campos magnéticos. Para alimentar la reacción, se utiliza deuteriotritio, pero también se analiza el helio 3. "Los materiales, continúa Dodaro, no son el único problema hoy en día. También hay que evitar que el plasma se apague antes de alcanzar la temperatura necesaria y es indispensable para poder generar más energía de la que se necesita para que el reactor funcione".
Proyecto internacional del reactor "Iter".
En estos momentos, en Cadarache, Francia, se está construyendo el reactor Iter con la colaboración de la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia, China, India, Japón y Corea del Sur. Es la empresa más grande hasta ahora concebida para lograr el resultado que ayudaría a resolver muchos de los problemas relacionados con la sostenibilidad de la vida en la Tierra. La empresa tuvo una inversión de 10.000 millones de euros y en 2026 debería ofrecer los primeros datos científicos para luego pasar a la construcción de un demo en 2050. Un reactor capaz de producir energía para inyectar a la red a muy bajo costo.
Italia es uno de los países que más apuesta de forma compacta en este nuevo sistema energético y se han realizado pruebas técnicas en la ciudad de Frascati, cerca de Roma.
Paralelamente se está construyendo un pequeño reactor Divertor Tokamak Test (Dtt) en la planta de Enea, siempre en Frascati, con la participación del consorcio Create del que forman parte RFX, University y Cnr para experimentar de forma más simple y más pequeña que los elementos necesarios para Iter. "El 90 por ciento de los proyectos existentes a nivel internacional, incluida China donde se está construyendo una planta similar a Iter, utiliza campos magnéticos bajos", sostuvo el Director de la planta Dodaro. Mientras tanto se está investigando en la Universidad de Princeton y los Laboratorios Livermore en California, donde se prefiere la tecnología de confinamiento inercial con láseres y también porque están vinculados a diferentes necesidades militares.
Incluso en Enea, se han realizado estudios sobre otras alternativas, como la denominada Tokamak esférica, sin descartar nada para llegar a la meta, o sea la construcción de una planta nuclear limpia e infinitamente más potente.
"Me gustaría que la fusión nuclear se convirtiera en una fuente práctica de energía", repetía el astrofísico británico Stephen Hawking, "garantizaría un suministro inagotable de energía, sin contaminación ni calentamiento global" y nadie puede poner en dudas la capacidad científica de Hawking, uno de los hombres que más ha aportado a esta nueva forma de ver la ciencia ficción como una realidad tangible.
STEFANO CASINI