por Esteban Valenti
Llega a su fin el año 2022. ¡Qué año! De los que no se olvidan, por su intensidad, por los nuevos y viejos problemas que afrontamos como sociedad y por las muchas enseñanzas que podemos incorporar u olvidar.
Son naturalmente tiempos de balances, personales, familiares y naturalmente colectivos, políticos, empresariales, como parte de la sociedad civil y sobre todo culturales. Los avances y retrocesos de una sociedad y del mundo globalizado se miden necesariamente por los temas culturales que resumen nuestra identidad sus cambios, sus evoluciones o involuciones. Estos no son tiempos por cierto muy evolutivos, por las amenazas, a la paz en el mundo, a la humanidad por casi 100 millones de refugiados, a la naturaleza por la situación de la biodiversidad, a nuestra cultura del humanismo, del progreso y de la ilustración.
Los balances individuales y familiares cada uno elige su ámbito, su profundidad, su privacidad y con quién quiere compartirlos. Vamos a dedicarle unas líneas a tratar un aspecto fundamental de los balances: su rigor y su alcance.
Es importante, muy importante no colocarse en una posición de pontificar, de distribuir verdades y asumir que los balances políticos deben comenzar por casa, por nosotros mismos. Es decir que seamos realmente autocríticos, porque el balance incluye obligatoriamente un espíritu crítico como condición imprescindible.
La sola palabra autocrítica, en la izquierda asumió en el tiempo un valor casi mágico, como si en su ejercicio se depositara la verdad. Se podría asociar a la confesión y su valor para determinadas religiones, sobre todo la católica. Aunque en la izquierda, una buena parte de la izquierda tiene una connotación "científica".
Tendríamos que haber aprendido mucho de la falta de una auténtica autocrítica para analizar desde las grandes tendencias históricas, sociales e ideológicas con sus directas repercusiones políticas. Muchos no quisimos o no pudimos aprenderlo antes y recién empezamos a comprenderlo debajo de los escombros. Naturalmente me incluyo.
Mao Tse Tung, como yo lo conocí decía que la autocrítica vale si es hacia adelante. Bien a lo Mao.
Como me decía un gran amigo que no logró nunca aplicarlo hasta el fondo, cuando se hace autocrítica pero se dejan lugares ocultos y oscuros toda la construcción de viene abajo. Y a nosotros se nos vino abajo nada menos que el muro y el socialismo real, en la mayoría del planeta. Y nos cuesta una barbaridad hacer el análisis de las causas, que no son los méritos de nuestros adversarios y enemigos, sino nuestros defectos.
Este fue un año bisagra en que la sociedad y la política uruguaya dieron un giro importante, del protagonismo casi total del gobierno y en particular de su Presidente, Luis Lacalle Pou, pasamos a otra etapa, con nuevas tendencias y prioridades e incluso protagonistas.
La recolección de las firmas para el referéndum, que muchos considerábamos imposible, se concretó y se superó y, en dos meses de intensa campaña, el 27 de marzo, casi iniciado el año el SI casi alcanzó al NO, perdiendo por el 1% y logrando más de 1.073.000 votos. Desde el punto de vista estrictamente legal, institucional, la LUC siguió plenamente en vigencia, pero el panorama político cambió radicalmente. La izquierda se dispuso a darle continuidad a la batalla política y de opinión pública, con una gran ventaja, haber elegido un nuevo presidente del FA, con otra iniciativa, coraje político y disposición, Fernando Pereira. Y los movimientos sociales con un protagonismo creciente.
¿Hay cosas que se deberían haber hecho mejor en la campaña por el SI? Como me involucra directamente voy a ser muy cuidadoso. Creo que en lo fundamental, con la participación de la gente, de decenas de miles de personas en el contacto directo, en las redes, en la generación de contenidos y en la difusión, hicimos una muy buena campaña. Partimos de muy abajo y prácticamente sin plata y llegamos muy cerca, tan cerca que nadie lo esperaba. Creo que utilizamos muy bien los medios disponibles y logramos el objetivo central, que fuera una campaña de la sociedad contra los 135 artículos de la LUC y su conexión con el conjunto de las políticas de este gobierno. Los planes de un choque del gobierno multicolor contra el FA y el PIT CNT no lograron cumplirlos. Y la campaña y el resultado dieron impulso al cambio del clima político y a una ofensiva de la izquierda en los diversos planos, social, cultural y política.
A nivel social y político se desarrolló la batalla por la Rendición de Cuentas y terminada esa etapa de la pandemia, que cubrió tantas cosas del gobierno, se procesó un debate nacional sobre grandes temas programáticos, promesas incumplidas del gobierno y definiciones importantes del FA. A eso se agregó la continuidad de la denuncia política y judicial sobre la ruinosa entrega del puerto por 60 años a los belgas de Katoen Natie. Todo ello a pesar de la ofensiva lanzada contra el senador Charles Carrera por parte de Jorge Gandini. ¿Tendrán algo que ver los famosos informes encargados por Astesiano sobre el senador denunciante? Casualmente los datos eran del hospital policial... Uno de los centros del espionaje, junto a la empresa Vertical Skies.
Y estalló el mayor escándalo que se recuerde y del que haya registros en la historia política uruguaya. Si no me creen, busquen ustedes en donde quieran. Es un escándalo o muchos escándalos asociados al jefe de la seguridad presidencial designado por el propio Presidente a pesar de advertencias del ex ministro del Interior Jorge Larrañaga, del jefe de la Inteligencia Estratégica y de sus propios correligionarios del departamento de Rivera que fueron estafados por este nefasto personaje en 6.000 dólares. La lista de episodios de esta situación, es de extrema gravedad política e institucional, sin que el gobierno asuma sus consecuencias, adopte las medidas mínimas del caso y el Presidente en sus múltiples declaraciones se desdijo y directamente faltó a la verdad. A lo que se sumó la más que sospechosa entrega de un pasaporte al capo narco Marset.
¿Cómo se comportó hasta ahora el Frente Amplio?
Priorizando la república y sus instituciones democráticas, exigiendo responsabilidades políticas a ministros, sub secretarios y al prosecretario de la Presidencia. También al director de la Inteligencia estratégica, por el vergonzoso caso de la filtración a la prensa del Plan de Inteligencia.
Frente a la cantidad de episodios organizados por el gobierno, sobre o contra las ollas populares, para encubrir la crisis de la alimentación de una parte de la población en particular de niños y jóvenes; el bochorno de la filtración del Plan de inteligencia, y nada menos que insistir que la venta de pasaportes se producía desde el 2013, naturalmente que no desde la Torre Ejecutiva, que se inició con Astesiano en el 2020, las tentaciones de endurecer al extremo las posiciones deben haber sido muchas. El FA se mantuvo dentro de ese respeto al equilibrio institucional. Lo que no me obliga en absoluto y cada día con más convicción insisto en que el Presidente Lacalle debería renunciar para proteger la institución presidencial y la seguridad del Uruguay, ahora con nuevos datos, por incapacidad manifiesta de manejar la suprema magistratura del Estado.
Un reciente episodio, la designación del presidente del Congreso de Intendentes, mostró desinteligencias y errores en cómo se afrontó el tema por parte del FA y el posterior reconocimiento del error por parte de su presidente Fernando Pereira, aunque sin contar toda la verdad completa. Y eso debilita la autocrítica.
Hubo una posibilidad bien clara y aceptada por los otros de ocupar la Presidencia del Congreso de Intendentes por parte del FA y no pudo concretarse. Yo sé perfectamente la respuesta pero no todos los ciudadanos ni los frenteamplistas la conocen y tendrían derecho a conocerla.
Es una buena lección, si la aprendemos completa.
Tenemos debilidades, en la batalla por la reforma jubilatoria y la llamada reforma educativa, además de la crítica, la izquierda y el progresismo necesitan avanzar en propuestas más democráticas, más justas y realmente reformistas. Sería un grave error convocar un plebiscito constitucional en simultáneo con las elecciones del 2024, podrían en serio riesgo el objetivo principal cambiar de partidos en el gobierno.
La izquierda no puede esperar que este gobierno de derecha se expulse por si mismo del poder, no lo hará, el año que viene tratará de cubrir la situación camuflando el modelo económico y la injusta distribución de la renta y de la riqueza. Más difícil será maquillar el fracaso estridente de la seguridad pública, pero el FA deberá admitir sus fracasos y elaborar realmente alternativas de una política nacional, realmente diferente y de resultados no solo policiales, sino en todos los terrenos que incluye este tema vital.
La estructura del FA acumuló un crecimiento importante, pero también muestra un límite que difícilmente supere el 44% al 45% y con eso no se ganan las elecciones, hace falta abrir portones más amplios, para incorporar pueblo frenteamplista todavía desencantado y sectores sociales y políticos de diversos orígenes dispuestos a sumarse a un programa abierto y plural para sacer este gobierno a partir del 2025, que está siendo peor de todo lo previsto.
Este último párrafo es una componente central del balance político de estos tres últimos años, lo que no quiere decir que de esa manera las limitaciones, los errores, las deformaciones durante los gobiernos del FA se borren y desaparezcan, eso sería faltar a la verdad.
Falta el balance sobre la situación social y económica, que abordaremos en otras columnas, con un contenido político y no técnico.