(foto Ansa)

Villa Fiorito, en la periferia sur del Gran Buenos Aires y separado de la capital argentina por el contaminado Riachuelo, pretende convertirse en un polo de atracción turística montando un circuito que recorra los ámbitos que Diego Maradona transitó en su niñez.
Así como unos 5 millones de viajeros cada año llegan atraídos por los bríos que el fallecido crack (1960-2020) sembró en Nápoles, en la Argentina actual, empantanada en una crisis económica asfixiante, ese barrio marginal busca fulgores a la sombra de El Diez.
Es que en esas cuadras de Villa Fiorito -un barrio fortalecido al influjo de la migración italiana y española del siglo pasado- aún se conserva la casa de la infancia de Diego, el primer potrero (como llaman aquí a los espacios abiertos donde se improvisa una cancha de fútbol) en el que jugó de niño y las calles por las que caminaba soñando ser algún día campeón del mundo.
De hecho, hay dos proyectos en danza.

 

Uno es el "Corredor Maradoniano", que impulsa el Club Atlético Diego Armando Maradona (CADAM) y la ONG 18 de Diciembre, y que prevé la instalación de una estatua gigante, murales y la revalorización de su primer club de barrio.
Por el otro, la iniciativa "Ciudad de Dios" una iniciativa solidaria, que sueña con impulsar el barrio y generar un circuito turístico alrededor de la figura del astro y que favorezca el empleo local y traiga los ansiados dólares.
En el primer caso, se habla de un recorrido que une los principales puntos ligados a la figura del Diego en Fiorito.
Comienza donde empezó su vida en la casa de la calle Azamor 523 y que aún hoy está tal cual era en los años 60.
El camino sigue en la esquina, sobre Mario Bravo 2572, en el Club Estrellas Unidas, que durante la infancia de Diego se llamaba Estrella Roja y era un minúsculo potrero.

 

Fue Don Diego, el padre del astro, uno de los organizadores de esa pequeña y rudimentaria cancha, y allí llevó allí a su hijo, para que luzca su zurda prodigiosa.
Una presencia que sigue viva. "A las 11 de la noche, venía a este espacio y pateaba de noche, solo, en la oscuridad.
Cuentan que se la escuchaba a Doña Tota (la madre, NDR) gritarle para que vuelva. Nosotros lo pudimos contemplar con 12 o 13 años, y era un crack", evoca Claudio Villarruel, secretario general del club.
El Corredor Maradoniano está planeado para que sean diez cuadras sobre la calle Figueredo, en un trayecto con murales de Maradona y un paseo de banderas que representen todos los países que pisó como jugador. Marcos González, uno de los ideólogos y presidente del CADAM da un paso más: "Pensamos que cada embajada (de los países donde vivió) pueden apadrinar una cuadra".
El circuito terminará bajo una enorme estatua de 16 metros de Maradona, que ya tiene autor encargado, Juan Guzmán, un boliviano que crea monumentos de gigantescas dimensiones.
A su vez, el proyecto "Ciudad de Dios" nace de un "sentimiento personal". "Soy fanático de Diego, pero lo admiro no como futbolista sino como ser humano", dice el ideólogo Iván Navarro, que ya creó la cuenta de Instagram @ciudaddedios10 en la que comparte contenidos de su plan.
"La idea es hacer acciones solidarias en nombre de Diego", comenta. Básicamente, atraer turismo a Villa Fiorito y ayudar al barrio donde nació Diego, que sigue tan endeble y vulnerable como hace 60 años En 2021, la casa donde Diego creció fue declarada "Lugar Histórico Nacional" a través del Decreto 733 del presidente Alberto Fernández, fanático de Argentinos Juniors, primer club profesional del astro.
Fue solo un primer y diminuto paso, pero todo es cuesta arriba en una Argentina decadente. Aunque, cuando se trata de Maradona, lo imposible no existe.