Un "Museo Humano" se construirá en la ciudad lacustre de Valdivia (800 kilómetros al sur de Santiago), gracias a la cesión en comodato de 269 obras en bronce, aluminio, hormigón y madera realizadas por el escultor Mario Irarrázabal a lo largo de sus 50 años de trayectoria. El proyecto se formalizará mañana con un convenio entre la Universidad Austral de Chile (UACh) y la Fundación Piedra Viva, que administra la obra del escultor, quien desde el comienzo de su carrera, ha guardado una copia de cada una de sus esculturas. La Mano del Desierto, una de sus obras más emblemática, no será parte de la colección por sus enormes dimensiones, aunque se evalúa hacer piezas similares que serían llevadas posteriormente.
"Imagino que para la gente va a ser un poco intrigante porque se van a meter al museo y van a ver todas estas figuras que están contando un cuento. No van a encontrar lo que encuentran normalmente en un museo, que es una gran variedad de colores y autores", advirtió el artista. "Aquí van a sentir quizá que todo es de un loco que las hizo y que te está contando muchos cuentos. Lo interesante va a ser ver qué cosas les llega a quién y qué va descubriendo él. No es que te lo den todo dado tampoco. De primera va a ser un poco mareador ver tantas figuras, pero de repente va a ser interesante ver ¿qué me llega a mí? y ¿qué me dice esta pieza?", adelantó Irarrázabal. Para el escultor, la idea es que "las obras hablen por sí mismas".
"Yo trato, aunque parezca raro, de separarme un poco de mi obra. Me carga a mí el culto a la personalidad. Y me encanta eso de que las obras hablen por sí mismas. Entonces si es una contribución a sensibilizar a las personas, ¡fantástico! Estarían las obras mismas ya cumpliendo su función", acotó. "Pero suena irónico, y no creo que sea falsa humildad, pero a mí también las obras me interpelan después de que las hago. Me hago mil preguntas: ¿qué me está diciendo?, ¿por qué?, ¿por qué esto otro al lado? Después al poner una en una situación junto a otra se interpelan unas con otras también. Entonces empieza un juego que realmente a uno lo supera. Yo compararía un poquito esto con los papás que tienen varios hijos y que de repente los hijos empiezan a interactuar y a interpelarte", comparó el autor.
En su página web, el propio Irarrázabal explica de su obra que "me gusta eso de crear un objeto concreto, real, tangible. Es que yo vivo pensando y soñando. Eso debo hacerlo materia. Una buena escultura tiene fuerza primitiva, mágica. Lo que busco es la dimensión mágica de la realidad". El artista se caracteriza por representar el cuerpo humano. En pleno Barrio universitario República -en el centro de Santiago- se puede apreciar la "Fuente del Encuentro" o en la avenida El Bosque "El beso", escultura de más de cinco metros de altura. También en Valparaíso, en la avenida Argentina, el monumento a la "Solidaridad" recibe a los turistas del puerto, donde cuatro cables que se van entrelazando, logran al final duplicar su diámetro inicial, representando el sentido del sentimiento que va multiplicando los esfuerzos.
Fuera del país, en España, Italia, Uruguay es posible también ver réplicas de la enorme Mano que emerge en pleno desierto. "La naturaleza absolutamente excepcional de reunir la obra completa de un artista de gran relevancia nacional como lo es Mario Irarrázabal, unida a la restauración del Museo de Arte Contemporáneo, convertirá al Campus de los Museos de la UACh (Valdivia) en un potente instrumento de vinculación con la comunidad, dinamizando el número de visitas y contribuyendo a fomentar el turismo basado en actividad académica", comentó el rector de la UACh, Oscar Galindo.