Al menos 40 millones de niños Latinoamericanos y del Caribe tienen sobrepeso o son obsesos, una condición que como un enemigo silencioso afecta desde su salud hasta su personalidad. "170 millones de niños en el mundo tiene sobrepeso y obesidad, de esa cantidad 40 millones están en América Latina y el Caribe", puntualizó Luz Angela Artunduaga, especialista en Supervivencia y Desarrollo Infantil de UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia). Esta semana se conmemoró el día mundial contra la obesidad y UNICEF aprovechó la ocasión para recordar que esa problemática se introdujo en la vida de los menores y se multiplica exponencialmente.
"Esta no es solo una responsabilidad de los papás, ni de las escuelas, es una responsabilidad de la sociedad en su conjunto, de los medios de comunicación y de la industria de alimentos", precisó Artunduaga en Bogotá. En el informe "Panorama de la seguridad alimentaria y nutrición en América Latina y el Caribe 2019", realizado por varias instituciones entre ellas FAO, UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos y divulgado a finales del año anterior, se evidenció que el sobrepeso y la obesidad son un mal que afecta todo el "ciclo de vida". Los niños bajo estas condiciones "sufren complicaciones gastrointestinales, osteomusculares y ortopédicas, además de trastornos del sueño", eso sin contar con los "problemas respiratorios, diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedades hepáticas", señaló el estudio.
El sobrepeso y la obesidad en los menores no solo son un riesgo de salud también produce "consecuencias psicológicas" como la "baja autoestima" además de "depresión". Son niños que se convierten en blanco de "estigmatización", lo que los conduce en muchos casos al "aislamiento social", añadió la investigación. Dos elementos saltan cuando se observan en detalle las razones de esta problemática. Por un lado está la creciente inactividad de los menores que prefieren pasar al menos dos horas diarias frente a una pantalla, ya sea de computador, celular o de televisión. El otro factor es la creciente publicidad de productos procesados y ultraprocesados que en muchos casos se convierten en el alimento que consumen los niños tanto en el colegio como en el hogar.
Los niños suelen estar sobreexpuestos a mensajes publicitarios de alimentos y bebidas de alto contenidos calóricos, razón por la cual UNICEF ha propuesto mejorar los estilos de "vida saludable" y ha hecho énfasis en el valor nutricional de la lactancia materna. Varias naciones como Chile, Costa Rica, Ecuador, Jamaica, Panamá, Trinidad y Tobago y Uruguay han puesto en marcha "regulaciones obligatorias de la publicidad o comercialización de alimentos en el entorno escolar".
En otros países, como Colombia, iniciativas de la sociedad civil persisten ante el Congreso en lograr normas para etiquetar la llamada "comida chatarra" y aunque no han encontrado eco en sus pretensiones, persisten con campañas en la prensa local en las que advierten a los padres sobre los riesgos de la comida procesada. Aida Oliver, representante de UNICEF en Colombia, pidió "crear hábitos saludables desde la primera infancia" a manera de prevención de ciertos factores de salud en la adultez y resaltó que no se trata de "señalar un responsable o individualizar la problemática" sino construir de manera conjunta desde la familia hasta la comunidad.
Oscar Escamilla