Los grupos parapoliciales brasileños, o "milicias", dominan el 57% del teritorio de Río de Janeiro, habiendo desplazado a las bandas de narcotraficantes, informó un estudio de la Universidad Federal Fluminense (UFF). Las "milicias" tienen el control de 41 de los 161 barrios cariocas, pero su influencia se expande al 57 % de la superficie de la ciudad e imponen su poder a unos dos millones de ciudadanos en 2019.
Además cerca de 1,5 millones de vecinos de Rio de Janeiro residen en zonas controladas por el narcotráfico y 2,5 millones viven en zonas "de disputa" entra milicianos y traficantes, señala el estudio. La investigación divulgada hoy fue realizada durante 18 meses por la UFF, la Universidad de San Pablo y el sitio Fuego Cruzado, que realiza un seguimiento de los choques armados en tiempo real.
Las "milicias" tienen un antecedente en los Escuadrones de la Muerte de los años 1970 pero su expansión "explosiva" ocurrió a principios de los años 2000 cuando tomaron el control de decenas de barrios de donde expulsaron a los narcos. Son grupos que cuentan con armamento militar, cobran para garantizar la seguridad de los comerciantes e intimidan o asesinan a sus adversarios.
Los "milicianos" hacen negocios con el transporte ilegal, el trazado irregular de TV por cable, la industria de la construcción y algunos grupos comienzan a participar en el tráfico de drogas, revela el estudio. La investigadora Maria Isabel Couto comentó que cuando una "milicia" impone el terror en un barrio esta influencia se disemina en el entorno teniendo "un impacto en la prestación de servicios y en el desarrollo social y económico" del área.
El estudio indica que los parapoliciales tienen la hegemonía casi absoluta en la región oeste de Rio, en zonas como Jacarapeguá y Santa Cruz y Campo Grande, y en los últimos años han ido conquistando puntos del este de la ciudad y de su área metropolitana. Estas bandas también ejercen influencia en la Cámara Municipal y la Asamblea Legislativa de Rio de Janeiro, y actúan en las campañas electorales donde tienen sus propios candidatos e impiden el proselitismo de candidatos que les son adversos.